Científicos Futuristas

Los Científicos del Futuro queremos que vosotros, habitantes de nuestro pasado, recuperéis en vuestro presente toda la dispersa y denostada obra del siempre iconoclasta Juan sin Credo

sábado, 16 de abril de 2011

Ritter, Ritter oder wir bauen eine Burg (Caballeros, caballeros, o construimos un castillo)


La butaca nihilista

EL CASTILLO DE LAS VOCES INCESANTES

Cerrábamos el círculo de Teatralia 2011 en el Teatro Villa de Móstoles justo en el Día Mundial del Teatro, cuyo manifiesto venía firmado de la mano de Jessica Kaahwa, especialiada, actualmente, en la práctica del teatro de significado personal y el teatro de conflicto y comunicación.

Las ideas más relevantes de su discurso se resumen en que mediante el lenguaje universal del teatro se pueden proyectar mensajes de paz y reconciliación, así como proponerlo de herramienta del diálogo para la transformación y reforma social.

El contenido del manifiesto parece demasiado  utópico cuando en las sociedades más desarrolladas impera una falta de respeto absoluto, en el momento en que determinados espectadores rompen bruscamente la convención más elemental de este ancestral arte: el silencio.

Sea el público que sea, infantil, juvenil o adulto, tendrían que existir unos códigos de conducta muy severos para impedir la entrada, o expulsar de la sala si llegara el caso, a aquellos energúmenos que hablan constantemente durante toda la función impidiendo a los actores y a los demás espectadores disfrutar del esforzado trabajo que se presenta sobre las tablas.

Por este motivo, los actores Björn Langhans y Martín Karl tienen mi más alta admiración y estima, puesto que no sólo tuvieron que vencer las dificultades de transmitirnos su historia en una lengua que no dominan, además tuvieron que luchar contra las inclemencias de un público subdesarrollado incapaz de abandonar la sala, aunque su inocente hijo estuviera molestando de una manera insoportable al resto del público.

El colmo de la escasa sensibilidad y respeto hacia el trabajo de los demás llegó cuando a una señora muy maleducada le sonó el móvil en medio de la función y, ni corta ni perezosa, contestó a la llamada hasta que, por fin, acudió la responsable de sala para llamarla la atención.

En definitiva, una deslucida función por culpa de una parte del público, que hizo zozobrar la interesante puesta en escena de la compañía alemana Theather des Lanches & Das Weite Theather, basada en la construcción escénica de un castillo medieval a traves de la composición de piezas geométricas de madera superpuestas, que servía de fondo para la jocosa y disparatada lucha entre los dos caballeros, Diego y Rodrigo Alonso, por el amor de la princesa Rosalina.



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