Científicos Futuristas

Los Científicos del Futuro queremos que vosotros, habitantes de nuestro pasado, recuperéis en vuestro presente toda la dispersa y denostada obra del siempre iconoclasta Juan sin Credo

miércoles, 30 de marzo de 2011

El manuscrito de nieve

La reseña con saña



Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído la última novela de Luis García-Jambrina, El manuscrito de nieve, publicado por la editorial Alfaguara en noviembre del 2010.


Parece que el narrador está en tercera persona. El contexto histórico se centra en los últimos años de la España de los Reyes Católicos, mientras que el tiempo de la acción narrativa se sitúa en los meses de invierno -hasta por lo menos la Cuaresma, pues se cita la fiesta del Antruejo- de los últimos años del siglo XV. El espacio se ubica en Salamanca, haciendo el autor gala de un detallado y preciso empleo de los topónimos de sus calles, posadas, conventos...El personaje principal es el bachiller Francisco de Rojas, que por aquel entonces no había finalizado aún La Celestina y ocupa su tiempo en resolver crímenes misteriosos. Otros personajes que deambulan por la novela son el mozo Lázaro de Tormes, el maestrescuela Pedro Suárez, o la aparición estelar de la reina Isabel.

Dicen que a Juan sin Credo esta continuación de la saga del pesquisidor Fernando de Rojas -iniciada con el Manuscrito de piedra que obtuvo, en 2009, el Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza- le ha parecido menos delirante, puesto que el autor no le da tanto valor a los elementos sobrenaturales que devaluaban, ciertamente, el resultado final de su primera novela. Dicen que su opinión sobre El manuscrito de nieve es algo más positiva; al observarse un mayor rigor histórico, por ejemplo, en el tratamiento de las luchas intestinas producidas en Salamanca durante el último tercio del siglo XV, emanadas por la división en bandos de la ciudad que apoyaron o no a la causa de Isabel frente a la Beltraneja. Dicen que el principal obstáculo, que Juan sin Credo le ve de esta saga policiaca, radica en que el autor amenaza con querer seguir publicando otros posibles casos del sagaz bachiller Fernando de Rojas

lunes, 28 de marzo de 2011

La cinta blanca (Das weise band)


El film tras la mente


Tal vez se sepa que Juan sin Credo ha visto la película La cinta blanca (Das weisse band) dirigida por Michael Haneke, de la que también es guionista, y protagonizada por Susanne Lothar, Ulrich Tukur, Burghart Klaussner, Josef Bierbichler o Marisa Growaldt, entre otros, que obtuvo en el año 2009 la Palma de Oro a la mejor película en el festival de Cannes, además de los Premios del Cine Europeo a la mejor película, al mejor director y al mejor guión.

Quizás se opine que esta producción cinematográfica austriaco-germana se puede encuadrar dentro del género de la intriga, pues mediante una voz narrativa retrospectiva, fuera de la escena, se da cuenta de los extraños acontecimientos que sucedieron en un pequeño pueblecito protestante alemán, cercano a la frontera polaca, durante unos meses entre los de 1913 y 14, justo nada más desencadenarse la 1ª Guerra Mundial.

Acaso el público se plantee, al igual que Juan sin Credo, que la atmósfera asfixiante irrespirable -conseguida mediante una excelente fotografía en blanco y negro, incluso por ese plano corto capaz de transmitir una angustia insoportable- se palpa, gradualmente, en un ritmo creciente, al ir elevándose la tensión según avanza la cinta. No obstante, a pesar de su extensa y fatigosa duración, plagada de innumerables detalles que van dejando, inevitablemente, la pista sobre el manto blanco del nevado campo, el objetivo final del film está conseguido al mostrar esa sociedad rural enferma de puritanismo que no supo controlar las pulsiones violentas de la mayoría de sus habitantes y que desencadenó el terrible regimen totalitario del nazismo.

sábado, 26 de marzo de 2011

El avaro de Galiardo


La butaca nihilista


En el teatro del mundo todo el año están las máscaras de las Carnestolendas

Sábado de carnaval. El generoso Alonso Egaleo de Cartagena -ínclito promotor de la cultura en Leganés mediante las múltiples iniciativas y propuestas realizadas por la asociación El Zoco- gestionó con amabilidad sus recursos de relación social para asistir a la representación de El avaro, producción del CDN, entre otros, dirigido por Jorge Lavelli e interpretado, en su papel principal, por Juan Luis Galiardo.

-La simple compañía de unos pocos buenos mejora el resultado del producto- Musitó el magnánimo doctor Di´a Trives -que tras una larga ausencia, debida a unos enormes momentos de felicidad y compromiso surgidos en su vida cotidiana, volvía a las butacas- mientras nos acercábamos al Auditorio de la Universidad Carlos III. Una vez allí pude encontrarme, de nuevo, con mis antiguos y añorados compañeros Jimena y su mancebo el algebraico Carso Neperiano. Además pude conocer al interesante y experimentado teórico en la lucha de clases, el sabroso Pakosky.

Por lo demás, la obra en si fue pura anécdota. Entretenida, eso sí. Se me había escapado del calendario en la temporada anterior pero ya había visto, a finales de este mes de enero, la hilarante puesta en escena por parte de la Compañía OtroTeatro. La propuesta de Lavelli está enfocada hacia la permanente recreación de la figura de Harpagón. Toda la obra gira en torno a su engrandecimiento como personaje, aunque Juan Luis Galiardo templa su papel con naturalidad. Los demás actores, fantoches caricaturescos con la cara tiznada de polvo de arroz, solo son pequeñas sombras al lado del avaro.

Destaca el llamado dispositivo escénico móvil, que son elementos que se desplazan y que configuran a cada momento espacios diferentes, marcando una composición geométrica rigurosa. Estos paneles tienen puertas que abren y cierran para las salidas y entradas de los actores, con un juego de espejos que crean el efecto de ilusión.

En definitiva, una velada teatral marcada, sobre todo, por la deliciosa amargura de unas buenas copas de cerveza tomadas al calor de la buena gente que aún camina con las ideas claras en este mundo disparatado donde todos los días parece carnaval.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Balada de las noches bravas



La reseña con saña


Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído la última novela de Jesús Ferrero, Balada de las noches bravas, publicada por la editorial Siruela, en su colección Nuevos Tiempos, en septiembre de 2010.

Parece que el narrador está en primera persona y cuenta su vida desde una visión retrospectiva. El contexto histórico se sitúa entre los años 60, momento de la infancia del narrador, y principios de los 80, con la transición democrática española en marcha, mientras que el tiempo interno transcurre en los más o menos treinta años con los que finaliza el autor la novela. Principalmente, el espacio se ubica en el París postrevolucionario del 68 pero también se muestran los alrededores de Loyola, Pamplona e, incluso, Pekín. Los auténticos protagonistas son la eterna pareja de amantes, Beatriz y Ciro, además de toda una pléyade de personajes, entre los que figuran algunos pertenecientes a la élite cultural de ese momento, como Barthes, Valente, el recientemente fallecido Edmundo de Ory o Lacán.

Dicen que a Juan sin Credo esta agotadora historia de un amor tan tempestuoso le ha dejado exhausto, al pensar en la inmensa capacidad adictiva y, paralela, anulación del ser que puede llegar a causar una relación de este tipo. Dicen que, del mismo modo, piensa en que el guiño a la obra La Divina Comedia y a su autor Dante Alighieri es evidente, no sólo en la estructura circular que presenta la novela de Jesús Ferrero o en la elección del nombre de la protagonista, sino también en presentar las relaciones apasionadas como una infernal tortura que permanece eterna en el horizonte vital del individuo, incapaz de poder liberarse del tormento creado por sí mismo .

lunes, 21 de marzo de 2011

I KA KENÉ (DOVER)


La batuta entubada


Sabed que Juan sin Credo ha escuchado el último trabajo discográfico de los Dover, I ka kené, que salió a la venta en octubre de 2010. Este último disco ha supuesto una inmersión en la música africana. Su primer single, Dannaya, evoca los sonidos de Bollywood y está interpretado en inglés y en bambara (bamanankan), idioma que pertenece a la familia de las lenguas mandé (hablado principalmente en Malí, aunque también, por ejemplo, en Senegal). El disco se completa con temas cargados de armonías pop, reggae, guitarras e instrumentos autóctonos africanos. Del mismo modo, se emplea eL francés en temas como La réponse divine y Junette.


Pensad que la evolución de este grupo se ha forjado desde unos inicios nutridos en las raíces del grunge, en los que predominaban sonidos machacones y broncos herederos del punk -recuérdense temas como Devil came to me, extraído del LP con el mismo nombre o King George y Better Day del LP I was dead for 7 weeks in the city of Angels- hasta culminar en la melodía electrónica más repetida en todas las pistas de baile de la mano Let me out, perteneciente a disco Follow the city lights.


Decid que Juan sin Credo reconoce la calidad de esos primeros temas emblemáticos de la banda, con los que, por cierto, se siente más identificado en relación a sus preferencias musicales. No obstante, parece que la tendencia a reinventarse constantemente en este mundo globalizado se hace necesaria para mantenerse en la cúspide del mercado y seguir vendiendo marca, a pesar de olvidarse de los rasgos esenciales que les hizo ser santo y seña del panorama alternativo rockero español de la última década.

sábado, 19 de marzo de 2011

Bajo mi cama una estrella


La butaca nihilista

Los niños ricos también molestan


Tenía Rivimar Saavedra de los Conesa que mejorar su conversación en la lengua de Shakespeare y decidí mirar la cartelera en ese fin de semana para disfrutar de un día festivo, claramente marcado en las predicciones meteorológicas por una importante masa de chubascos.

Dentro de la programación de la Red de Teatros de la Comunidad de Madrid había un espectáculo en Alcorcón para niños mayores de 6 años. No estaba muy convencido, porque la franja de edad recomendada rebasaba la del Príncipe de los Ángeles, Francisco I, pero, osado de mí, pinché la dirección del telentrada y…

En el último instante, al realizar la búsqueda en esa página, apareció en la pantalla una información referida a la propuesta de la compañía La tirita de teatro, basada en la obra Bajo mi cama una estrella, de Pablo Albo, con ilustraciones de Anuska Allepuz.

¡¡Eureka!! El protagonista de la historia lleva el nombre de Miguel, además el arco de los años se ajustaba más a este montaje. En cambio el lugar de la representación distaba de unos pocos kilómetros más al norte con respecto a Alcorcón. El teatro, en esta ocasión, se encontraba en la Casa de la Cultura Carmen Conde, en Majadahonda, donde nunca antes había puesto los pies.

Paradójicamente, el domingo amaneció soleado, aunque los charcos rebosaban en los arenales de los parques infantiles. Desoyendo las recomendaciones del ahorro energético que todavía no habían saltado a la palestra desde los medios porque aún la situación en Libia no era tan catastrófica, enfilamos la M-45 dirección A6 y casi cuarenta y cinco minutos después nos encontrábamos en esa población de tan aparente alta sociedad.

Llegamos con bastante antelación a la Sala. En escena, a telón abierto, una cama de sábanas coloridas, factoría Ikea.Mientras tanto pudimos observar como pululaban los pololos por los pasillos laterales y se iban poblando las butacas con niños de todas las edades. Muchos, por supuesto, menores de la edad recomendada, bebes inclusive.

Puede que fuera la acústica de la Sala o el griterío infantil que desconcentró al incombustible Paco Úbeda, pero ese día Miguel y sus amigos resultaron poco convincentes para un público más entrenado en lucir peinado de camomila que en asistir respetuosamente en silencio a una obra de teatro.

Los títeres están confeccionados con un estilo muy divertido y desenfadado, destacando la mota de polvo que vive debajo de la cama. La historia también tiene un aliciente muy motivador, que puede servir para animar a los más pequeños a perder el miedo a la oscuridad (El paseante nocturno tachán, tachán...).

Sin embargo, a veces, por las causas más insospechadas, la representación no funciona; el público, el montaje, la sala...en fin, el sistema. No hay porque buscar culpables. Posiblemente, habrá mejor ocasión en la que se pueda disfrutar plenamente con los simpáticos títeres de la compañía La tirita de teatro.

Dicen que El Príncipe de los Ángeles y Juan sin Credo se quedaron un rato en un parque infantil cerca de la Casa de la Cultura donde había un tobogán gigante y miles de niños de Majadahonda.

Dicen que Juan sin Credo se quedó sorprendido de la brutalidad con la que se empleaban los Borjamari y compañía para acceder a la atracción, tanta que con las mismas se marcharon la primera vez, nada más tirarse, llevándose en el pensamiento, de camino a casa, a la par que los dedos de Francisco I magullados, la idea de que los niños ricos también son maleducados.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Ordeno y mando



La reseña con saña

Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído el último trabajo narrativo de la escritora japonesa de origen belga, Amélie Nothomb, Ordeno y mando, traducido por Sergi Pàmies y publicado por la editorial Anagrama en su colección Panorama de narrativas, en febrero de 2010.

Parece que el narrador está en primera persona y representa al personaje principal de la trama. El contexto histórico se centra en el verano del 2006 y el tiempo interno de la narración apenas alcanza una semana. El espacio se ubica en París, la mayor parte en el interior de una lujosa casa del barrio de Versalles. Los personajes principales son el protagonista Baptiste, que usurpa la personalidad accidentalmente a Olaf Silden, un desconocido que llega a su vida de una manera fortuita y que cuenta con una inmensa fortuna, y la viuda de Olaf, una jovencita muy atractiva, dedicada a disfrutar todo tipo de lujos, en espacial del champan, en esa relación, muy cercana al cautiverio, que ha estado manteniendo con el hasta entonces su marido de origen sueco.

Dicen que a Juan sin Credo este relato le ha sorprendido por su frescura y agilidad gracias a un argumento inverosimil que sabe jugar muy bien con los ritmos narrativos de la ambigüedad y la intriga. Además opina que la novelita dispara los mecanismos de reflexión sobre el problema de la identidad en esta moderna sociedad deshumanizada, en donde el yo queda diluido por culpa de unas relaciones cada vez más impersonales que no prestan ninguna atención a la comunicación entre los individuos.

lunes, 14 de marzo de 2011

Hasta aquí hemos llegado


La batuta entubada
Sabed que Juan sin Credo ha escuchado el CD recopilatorio de Los Chichos, Hasta aquí hemos llegado, grabado con la compañía de varios artistas relevantes del panorama musical español como Estopa, Manolo García, Los Delinqüentes o Sergio Dalma, que interpretan temas de culto como Historia de Juan Castillo, Quiero ser libre, Ni más ni menos o Son ilusiones.


Pensad que estos protagonistas del alumbramiento de la rumba flamenca -fusión, entre otras, de las melodías del soul o el funky, a su vez herederas del sonido, importado desde Detroit, denominado Motown- han vendido más de 20 millones de copias desde su fundación, hace casi cuatro décadas.


Decid que Juan sin Credo asocia esas canciones a las barracas de feria y sus personajes macilentos pululeando como fantasmas sobre el atronador ruido de los coches de choque, aunque, con el paso de los años, ha comprendido ese mensaje de libertad y amor de esas letras, ocultas tras esa máscara de marginalidad, que, indudablemente, pertenecen a la cultura musical de su vida.

sábado, 12 de marzo de 2011

MEH, MEH: ¡¡ Paso al antecessor !!



De (X) posición permanente
Durante las vacaciones de verano, aún retumbando los ecos de la conquista de la Copa de Mundo en los informativos, se coló en telediarios una breve noticia cultural que a la larga quedará de una manera permanente en la retina de todos aquellos que apreciamos el trabajo hecho con vocación y prestancia.

Ese acontecimiento se refería a la apertura del Museo de la Evolución Humana, un merecido homenaje a los esforzados paleontologos que llevan más de tres décadas trabajando duramente en la Sierra de Atapuerca para presentarnos de una manera rigurosa pero a la vez asequible cuáles son los orígenes de nuestra especie.

Aprovechando la incipiente primavera que ya había rellenado de nata los almendros y anticipándonos a la modificación de la Ley, que el Consejo de Ministros aprobó, el viernes 25 de febrero, limitando de velocidad en las autopistas a 110 km/h, llegamos, en menos de dos horas y media, a la ciudad del Cid para vivir in situ la experiencia museística más humana de nuestra evolución.

Después de haber probado las típicas viandas burgalesas, regadas con un buen vaso de vino, cruzamos el puente sobre el río Arlanzón y desembocamos en el remodelado paseo de Atapuerca, lugar donde está situado el museo. El exterior dicen que se asemeja a la gran trinchera excavada a finales del XIX para el paso del ferrocarril minero, denominada la Sima del elefante. Su nombre se debe a la aparición en 2001 de unos fósiles que fueron inicialmente atribuidos a elefantes. No obstante, lo realmente sorprendente se encuentra en el interior del edificio.

Su arquitecto, Juan Navarro, ha ideado una caja de luz y de transparencia para albergar un espacio diáfano de 15.000 metros cuadrados, dividido en cuatro plantas y enmarcado dentro de un ambiente vegetal.

En la planta baja se sitúan cuatro rectángulos -con un corte longitudinal de 45º sobre uno de sus lados- que sirven, en su parte superior, como maceteros de los ecositemas de la Sierra de Atapuerca, a la vez que su oquedad se emplea para mostrar el registro arqueológico y paleontológico continuo que abarca el último medio millón de años. Existe un lugar preferente para los restos fósiles más emblemáticos: el cráneo de Miguelón, la pelvis Elvis y el misterioso bifaz Excálibur.

De la primera planta destaca la recreación del Beagle, nombre del barco empleado por Darwin en sus expediciones, y la reproducción a gran tamaño del cerebro, en el cual el visitante puede adentrarse, acompañado de un fingida tormenta eléctrica de chispazos y cortocircuitos. La subida a la segunda planta se hace agotadora después de tanta información recibida, basada en los diferentes datos científicos que aportan tan diversas disciplinas. Aquí la atracción, siguiendo la definición de museo dada por Mijaíl Piotrovski, actual director del Ermitage, es el mausoleo virtual que custodia el secreto del fuego.

En definitiva, otra buena razón, aparte de la suculenta gastronomía, su majestuosa catedral y la polvorienta figura de su héroe, para visitar esta ciudad castellana, candidata a la capitalidad cultural en el año 2016, fecha en la que se espera estén finalizadas las obras enfrente del museo y pueda el viajero disfrutar de una panorámica de conjunto completa, prescindiendo de las obras a medio terminar por las prisas de la inauguración, el sucio escombro y la derrochadora improvisación que malgasta los escuálidos fondos públicos.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Kanikosen, el pesquero


La reseña con saña


Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído un clásico de la literatura proletaria japonesa, Kanikosen, el pesquero, de Takiji Kobayashi, publicada por primera vez en 1929, reeditada en España por la editorial Ático de Libros en marzo de 2010 y traducida por Jordi Juste y Shizuko Ono.

Parece que el narrador está en tercera persona y se otorga los poderes de un demiurgo omnisciente. El contexto histórico es concomitante al periodo en el que se publicó por primera vez la obra, una vez triunfada la Revolución rusa, pues en un momento de la novela, -cuando una de las barcas se pierde durante unos días tras haber desembarcado en la península rusa de Kamchatka y, posteriormente, volver de nuevo al pesquero Hakko Maru-, unos pescadores mencionan aspectos de la doctrina comunista referidos a la igualdad entre las clases. Por otro lado, el tiempo interno de la narración oscila en unos dos meses, durante el verano en esas gélidas tierras; es constante en la novela la mención al desapacible tiempo meteorológico, otro elemento más de la suma de adversidades ante las tiene que enfrentarse la tripulación. El espacio se ubica en el destartalado, sucio y siniestro barco pesquero de cangrejos Hakko Maru que parte de la ciudad de Hakodate en dirección a la península de Kamachatka en el mar de Ojotsk. El protagonista principal es el personaje colectivo formado por los pescadores y obreros explotados por el inhumano e inmundo patrón Asakawa.

Dicen que a Juan sin Credo toda esta literatura de denuncia le parece admirable desde el punto de vista contemporáneo para observar la penosa situación por la pasa la clase trabajadora mientras que unos pocos se enriquecen con el sudor de su trabajo. Situación a la que se verá abocada la sociedad actual si no es capaz de acabar con la voracidad de los grandes capitalistas que sólo piensan en amasar grandes fortunas. También se dice que Juan sin Credo piensa que el contenido de una obra literaria no debe estar reñido con el estilo y el de esta obra, no sabe si es debido a la traducción, es seco y áspero.

lunes, 7 de marzo de 2011

El escritor (The Ghost Writer)


El film tras la mente

Tal vez se sepa que Juan sin Credo ha visto la película El escritor (The Ghost Writer), dirigida por Roman Polanski, con un guión de Robert Harris e interpretada por Ewan McGregor, Pierce Brosnan y Olivia Williams entre otros, que ganó el Oso de Plata al mejor director en el festival de Berlín de 2010, 4 Premios César, incluyendo el de mejor director, y 6 Premios del Cine Europeo, entre los que destacan el de mejor director y mejor actor (Ewan McGregor)


Quizá se opine que esta producción cinematográfica se puede encuadrar dentro del género del Thriller político, con una alta dosis de intriga, resuelta en la recta final de la cinta, que activa el suspense en el espectador para atraparlo y envolverlo durante toda la trama. Parece que predominan la fotografía de un paisaje grisáceo de tormenta, además de contar con la claustrofóbica residencia del presidente en la isla, donde permanece apartado tras la grave acusación de carácter internacional que pesa sobre su figura.


Acaso el público se plantee, al igual que Juan sin Credo, el paupérrimo desenlace que tiene el largometraje ante tanta expectativa creada. No obstante, puede que se comente que el último trabajo de Polanski merezca la pena por la interpretación de Ewan McGregor, dado a conocer al gran público por su papel de Mark Renton en la mítica Trainspotting, y de Oliva Wiliams, cuyo papel es el de la maquiavélica y sugestiva mujer del presidente.

sábado, 5 de marzo de 2011

¿Por cuál parte del aparte se parte la comedia?



La butaca nihilista

Decididamente no me había levantado con buen pie ese último viernes de enero. Tal vez algún virus de los últimos estertores de su cuesta quiso acabar con mi buen ánimo y me dejó con los intestinos revueltos durante todo el día.
Ya desde las primeras horas de la mañana tuve que esforzarme en contener mi malestar y finalmente tanta tensión acumulada me pasó factura. Ese día, también, era el elegido para acercanos al Centro Cultural Paco Rabal y presenciar la puesta en escena de la dramaturgia titulada Calderón enamorado, dentro del programa TRASTEATRO, por la compañía Guindalera, basado en las comedias del propio Calderón y dirigido por José Maya. Sólo quisiera señalar de este montaje su gélida artificiosidad que lo convierte en un producto confuso, únicamente, salvado por el vestuario encarnado de la pasión amorosa de un joven e inexperto Calderón, un excelente acompañamiento del pianista Tony Madigan y el siempre agradecido trabajo de los actores, entre los que destaca Alejandro Tormo en el papel de don Juan.

Llegué a casa con unas escasas décimas pero la maldita cefalea iba en aumento. Ni siquiera comí y esperé la llegada de la tarde con más miedo que el agricultor le tiene al granizo cuando ya va llegando el tiempo de la cosecha. Se dio la circunstancia positiva de que hice algo de terapia con Rivimar Saavedra de los Conesa y me causó un efecto placebo duradero hasta que me abandoné en mi butaca de abonado dispuesto a resistir el envite de la comedia.
Bien está que la Joven Compañía rescate textos sencillos del numeroso corpus de nuestra tradición áurea para foguearse y crecer en el desempeño de sus respectivos papeles. Incluso se agradece la versión modernizada, gracias a la fértil inventiva de Julio Salvatierra. Del mismo modo, la escenografía realizada por Carolina González, -basada en la limpieza total de un espacio único que al fondo tiene una pared con una puerta giratoria, fundamental para avivar el motivo principal del enredo- junto con el vestuario de piel y sedas en verde, azul y rojo, ideado por la figurinista Almudena Huertas, ofrecen una ágil y fresca percepción del clásico. También se pueden añadir iguales alabanzas al compositor Mario Marín, que construye una música con un toque intemporal, propio del minimalismo, con un tempo muy rápido y brioso, y al interprete de su partitura el pianista Ángel Galán.
Sin embargo, toda esta esforzada labor de dirección, llevada por la mano de Álvaro Salvatierra, se viene abajo por el excesivo número de apartes que tiene la obra, más de 130, que rompen en mil pedazos la ilusión dramática propia del género, donde el espectador se configura la creación de un mundo mediante lo diálogos que mantienen los personajes entre sí y ve como una fatal intromisión esa ruptura de la virtualidad escénica con ese constante aluvión de apartes.

Sería por mi avanzado grado de migraña pero Todo es enredos Amor, de Diego de Figueroa y Córdoba, no me pareció, ni mucho menos, estar al mismo nivel de La moza de cántaro -sería porque pertenece a Lope y no a un simple segundón- obra con la que, fabulosamente, cerró la temporada pasada del Clásico la Joven Compañía.

miércoles, 2 de marzo de 2011

El archipiélago del insomnio




La reseña con saña


Se oye comentar a las gente del lugar que Juan sin Credo ha leído la última novela de Antonio Lobo Antunes, El archipiélago del insomnio, traducida por Mario Merlino y publicada por la editorial Mondadori en octubre de 2010.

Parece que el narrador está en primera persona y su discurso se derrama por los sumideros de un fluir de conciencia completamente fragmentado hasta en su misma composición lingüística, pues existen frases entrecortadas, a modo de encabalgamiento dadaísta, que recogen su continuidad en párrafos posteriores.
Tanto el contexto histórico como el tiempo interno de la narración es prácticamente hipotético, por mucho que en la contraportada se diga que la novela trata de tres generaciones de una misma familia y algunos críticos de renombre delimiten el arco temporal entre la primera guerra mundial y la revolución de los claveles. Bien es cierto que el discurso enfebrecido y atormentado de ese narrador, que en algunos momentos se convierte en narradora al usar el género femenino para referirse a sí misma, se puede contextualizar en la modernidad, gracias, sobre todo, a la aparición de un taxi en el delirio de sus palabras.
El espacio se ubica en un entorno rural -en la casa familiar, donde está el tractor, el burro o el pomar- bañado por las riberas del Tajo, aunque también se nombra la freguesia portuguesa del concejo de Almada, Trafaría, y la ciudad de Lisboa.
Los personajes son sombras despojadas de vida, recuerdos de difuntos que deambulan en ambiente fantasmagórico y decadente. Entre ellos destaca el patriarca, el abuelo, creador de una saga que terminará en la ruina del olvido Pocos son los personajes con nombre, María Adelaide es una de ellas, que puede ser la madre o la mujer del narrador, incluso aquella que retoma la voz narrativa en algunos momentos. También aparece la prima Hortensia o Jaime, que no se sabe a ciencia cierta si es el yo de la primera persona, nieto del cabeza del clan, que parece ser autista y de ahí su discurso dislocado similar al del personaje Benjy de la novela del Faulkner El ruido y la furia.

Dicen que Juan sin Credo celebra con entusiasmo cualquier investigación formal que se aplique al molde tradicional de la novela, pues debe ser un género abierto a la experimentación, pero ese armazón del significado hecho pedazos, reconstruido mediante la fusión de unos patrones simbólicos recurrentes (las ranas, el lago, el bosque de castaños...) enturbia los límites fronterizos del género y convierte a esta novela en una pura divagación más cercana al género lírico. A este respecto, el lector adquiere el sentido del texto gracias a la acumulación expresiva de elementos, dejando de lado ese avance lineal de construcción coherente tan propio del verdadero universo del género narrativo.