Científicos Futuristas

Los Científicos del Futuro queremos que vosotros, habitantes de nuestro pasado, recuperéis en vuestro presente toda la dispersa y denostada obra del siempre iconoclasta Juan sin Credo

sábado, 30 de abril de 2011

El lazarillo de Ítaca y Pepe Ortega


La butaca nihilista

EL LAZARILLO DESINTEGRADO

Tendría que remontarme diez meses en el calendario para rememorar esa cálida noche estrellada del mes de julio cuando -en ese marco incomparable del claustro del Colegio del Rey del Instituto Cervantes en Alcalá de Henares, que tiene como techo la gran bóveda celeste y los multitudinarios nidos de las cigüeñas en los campanarios aledaños- presenciamos por primera vez El lazarillo de Tetuán de la mano de la compañía Ítaca Teatro, bajo dirección de Pepe Ortega y con la magnífica interpretación de Rafa Diez Labín y Diego Santos.

Evidentemente, no puedo mostrar nada más que palabras de elogio gratamente edificantes sobre esa puesta en escena tras un soberbio trabajo actoral que trata de poner en pugna la controversia humana entre dos posturas radicalmente opuestas, tras las que subyace un conflicto vital y de compromiso con la idea de tolerancia y solidaridad, originado a partir de una visión social que arranca desde un lucha por la mera supervivencia frente a otra perspectiva más idealizada y pequeño burguesa.

Por consiguiente, el montaje de Pepe Ortega parte desde dos planos interrelacionados, donde se combinan los diferentes puntos de vista que reflejan una sociedad actual temerosa de la integración real del emigrante. Se pretende su redención pero con ciertos límites. De fondo, el juego de la metateatralidad permite paladear los episodios más sabrosos de nuestra inmortal novela picaresca, entre los que destacan el del ciego, el clérigo de Maqueda y el del famélico hidalgo.

Mientras tanto, los actores, que
ejecutan una labor de alta precisión especializada, son la principal herramienta para elevar el elaborado andamiaje de la propuesta dramática de Pepe. Rafa Diaz Labín, que encarna la figura del joven marroquí excluido del sistema por su pertenencia a un mundo repleto de miseria e injusticia que ya le ha condenado de antemano, resuelve a la perfección el adecuado acento de la extranjera voz de su personaje; además de completar con su enorme presencia escénica cada uno de los rincones y huecos posibles sobre las tablas cuando realiza el papel de Lázaro -gracias a su coraje gestual y dinámico y al ritmo sonoro de los melódicos soplidos de su flauta-.

Por otro lado, Julián L. Montero desempeña a la perfección la figura del redentor de cara al escaparate pero temeroso e indeciso profesor de teatro Santiago, que es incapaz de romper con los prejuicios de índole moral relacionados con la aceptación plena del individuo en inferioridad de condiciones. Del mismo modo, encaja con suficiencia el papel de cada uno de los amos de Lázaro, siendo memorable su representación tanto del ciego como la del clérigo de Maqueda.

Como decorado se proponen las piezas móviles de madera, tan propias de la escenografía de la compañía Ítaca, que se van convirtiendo en púlpito, arcón o tumba mientras que el vestuario es sencillo y consiste en diferentes prendas dependiendo del personaje aunque destaca, por simbólica, la elástica de la Roja enfundada por Rachiff. Por último la iluminación cumple una función simple pero eficaz y necesaria.

En definitiva, una acertada perspectiva pedagógica desde la lectura teatral que nos plantea la compañía Ítaca, puesto que no sólo abarca los contenidos de una de las obras cumbres del patrimonio literario en castellano sino que aporta una óptica amplia sobre la educación en valores al mostrar ese conflicto del hombre del primer mundo en una eterna contradicción entre sus actos y sus ideas que le llevan al fracaso porque es incapaz de trascender su lucha interna doblegándose, finalmente, a la debilidad del lado más oscuro e inerte de su conciencia.


jueves, 28 de abril de 2011

La aventura del pollo Kiko


La reseñilla que más brilla

En verdad, en verdad, digan lo que digan, Juan sin Credo ha leído a su primogénito, Francisco I, el Príncipe de los Ángeles, el álbum ilustrado La aventura del pollo Kiko, cuyo texto e ilustraciones pertenecen a Irene Blasco Grau, publicado por Tándem edicions en marzo del 2010.

Como imaginarán, los tan únicos y fieles lectores de la amplia y nihilista obra del tan idolatrado e irredento crítico, el argumento es más bien básico.

  • Ocurre que el pollo Kiko tiene una tendencia exacerbada hacia la fantasía, muy propia de su edad, que le lleva a estar despistado la mayor parte del tiempo e incluso le resta credibilidad intelectual de cara a sus resultados académicos. Pero un día todo va a cambiar debido a una dificilísima prueba que tendrá que superar: el cuidado de su hermanito pequeño todavía dentro del huevo. Su madre Josefina deja a Kiko en tan responsable trance mientras va a hacer la compra, sin darse cuenta de que el astuto don Gato está al acecho. Este felino sagaz tarda poco en convencer al atolondrado Kiko para deshacerse de él mediante una hábil treta y conseguir el sabroso huevo. A medio camino, Kiko se da cuenta del engaño y trama un plan para rescatar a su hermanito que le dará un magnífico resultado. A partir de entonces, el pollo Kiko abandonará el estigma de ser un tontaina para convertirse en el orgullo de su madre y en un ejemplo a seguir que proyecte su luz sobre la figura de su hermanito.

miércoles, 27 de abril de 2011

El bailarín ruso de Montecarlo


La reseña con saña

Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído la última novela de escritor cubano, afincado en Barcelona, Abilio Estévez, El bailarín ruso de Montecarlo, publicado por la editorial Tusquets en su colección Andanzas en mayo de 2010.

Parece que el narrador está en primera persona, aunque al final de la novela el autor la cambia por la tercera con el fin de ofrecer al lector un juego de dobles o de suplantación de la personalidad. El contexto histórico se sitúa en la actualidad al hacerse, por ejemplo, mención, en una de las páginas de la novela, al jugador Seydou Keita que, desde mediados del 2008 hasta hoy en día, milita en las filas de F.C. Barcelona. No obstante, la acción también se retrae al año 1969, momento en el cual el protagonista establece relación con el fantasmagórico bailarín de origen incierto, que ya se encuentra en el ocaso de su carrera Mientras, el tiempo interno de la narración se enmarca entre finales del mes de octubre hasta la llegada del mes de marzo del año siguiente. El espacio preferente es la Barcelona del Raval, con su iglesia de san Agustín o el mercado de la Boquería; en cambio también se presentan lugares relacionados con la isla de Cuba, como son los cañaverales de la región de Guacamao o, incluso, del sur de Francia. El personaje principal, indiscutible, es el estudioso y gran especialista en la figura de Martí, el sexagenario Constantino Augusto de Mareas, que de viaje a un Congreso sobre el prócer cubano que se celebra en España deserta y pasa a la clandestinidad refugiándose en una decadente pensión del Raval, regentada por una cantante frustrada y envejecida que le servirá de contrapunto.

Dicen que a Juan sin Credo esta novela le ha parecido sustanciosa gracias a los ingredientes que la conforman basados en un elevado grado de culturalismo, en un elaborado nivel estilístico, ofrecido por una alambicada prosa, y en un agudo sentido del humor, transmitido por las veladas críticas al sistema político autoritario que todavía impera en la isla caribeña, encargado de represaliar cualquier pensamiento que se desvíe de la doctrina única del partido, incluso el que atañe a las conductas sexuales de los individuos.



lunes, 25 de abril de 2011

En tierra hostil (The Hurt Locker)


El flim tras la mente

Tal vez se sepa que Juan sin Credo ha visto la película En tierra hostil (The Hurt Locker), dirigida por Kathryn Bigelow con guion de Mark Boal e interpretada por Jeremy Renner, Anthony Mackie y Brian Geraghty, entre otros, que obtuvo seis Oscar en la edición de 2010, destacando los de Mejor Película, Mejor Director y Mejor Guion Original.

Quizá se opine que esta producción cinematográfica norteamericana se puede encuadrar dentro del género bélico, concretamente en la guerra de Irak. Destacan los planos robotizados que provienen de la tanqueta antiminas y es memorable la secuencia ralentizada de la emboscada en mitad del desierto, en donde la bala del rifle del sargento JT Sanborn (Anthony Mackie) tarda una inmensidad en caer del cargador.

Acaso el público, al igual que Juan sin Credo, piensa que en esta nueva visión de la guerra se ofrece un punto de vista inédito del soldado, encarnado en el sargento de primera clase William James (Jeremy Renner), como una víctima más -totalmente inadaptado a la vida real tras los constantes episodios traumáticos que padece en ese conflicto violento de una guerra de guerrillas urbana- de la maquinaria absurda de un sistema empeñado en imponer su visión hegemónica de un mundo dominado por unos cuantos plutócratas privilegiados.

sábado, 23 de abril de 2011

Verdes valles, colinas rojas II


El reportaje del ultraje 

LA NOVELA DE LA TIERRA VASCA II

En su primera parte, La tierra convulsa, se narran, desde finales del siglo XIX, los acontecimientos que convertirán a Getxo en una tierra diferente, en un todo distinta a la de sus raíces milenarias. La irrupción de Ella, acompañada de la joven Madia o Magda, en el caserío de los Baskardo, supondrá el comienzo de la decadencia. Los ideales ultranacionalistas de Cristina Oiaindia, mujer del hacendado industrial Camilo Baskardo, se resquebrajarán paulatinamente en ese enfrentamiento estéril con la concubina de su marido, de cuyo ayuntamiento nacerá el bastardo Efrén.

Todo el cosmos de Getxo sufrirá una radical transformación, incluso Roque Altube, del caserío de Altubena, tendrá que abandonar las tareas agrícolas y cruzar la ría para acabar compartiendo vivencias, que le dejarán marcado de por vida, con los mineros socialistas que allí habitan, entre los que destaca la joven Isidora con la que terminará teniendo una niña. Tanto las huelgas, como los mítines o las reuniones clandestinas marcan unas páginas memorables que recuerdan el aliento proletario naturalista emitido en el Germinal de Zola. Aparecen también en esta primera parte los nudos narrativos que se vinculan con el mundo de la fantasía y el mito, que tendrán continuidad y posterior desarrollo en las siguientes, como el del mostrador, la neskita o el rebaño de llamas

La segunda parte recibe el nombre de Los cuerpos desnudos, debido a que el primogénito de los Baskardo, Marxel, ante la imposibilidad de casarse con su amor verdadero desde su más tierna infancia, Andrea Altube, por la negativa de su madre, la todopoderosa y autoritaria Cristina, marchó a Ceilán como misionero y, tras su vuelta, instaura, junto a sus hermanos Josafat y Fabiola, en el caserío abandonado de la familia en Oiarzena, una vida en libertad en donde se preconiza el nudismo como principal axioma de su peculiar doctrina.

Roque Altube, mantiene prendida la llama de la lucha obrera durante su etapa en La Arboleda y funda el primer sindicato en Getxo en la compañía de tranvías en la que trabaja, que, por cierto, pertenece a Cristina Oiaindia; además establecerá una relación adultera con Fabiola de la que nacerá Flora, personaje que cargará con el peso de la trama durante la última parte de la obra, dedicada a las algaradas bélicas entre las tropas fascistas y las leales a la República o rojoseparatistas. Por otra parte, Ella y su hijo Efrén continúan su escalada inexorable hacia el control absoluto de las posesiones de los Baskardo.

Por último, en la tercera parte, Las cenizas del hierro, se narra el fin de ese mundo ancestral con la pérdida progresiva de cada uno de los protagonistas, con el telón de fondo de la feroz represión franquista, -que tendrá eco en otras obras de Ramiro Pinilla, como La Higuera o Sólo un muerto más, novela, esta última de tono policíaco en la que se desentraña el misterio de la muerte de uno de los primogénitos de Roque, Eladio Altube, acaecida en la segunda parte de esta saga- o el advenimiento de la fuerza de la violencia más oscura y sanguinaria de la patria vasca, aún presente hoy en el escenario público de la sociedad y todavía, tristemente, sin erradicar.

Esta última parte, en su inmensa mayoría, corre de la cuenta de la voz narrativa perteneciente a Asier Altube, sobrino de Roque y por tanto familia de Kresa, primera víctima en las filas etarras que se autoinmolará en las arenas de la playa de Getxo -lugar en el que su abuela Fabiola y su madre Flora fueron violadas brutalmente- tras matar al causante  de esa profanación carnal sobre las mujeres de su familia, el arribista Benito Muro.

Definitivamente, una monumental obra literaria que me ha llevado varios meses de lectura pero que ha puesto al descubierto una fascinación por la garra y el coraje narrativo de este bilbaíno casi nonagenario que, junto a Fernando Aramburu, elevan nuevamente el pabellón de la novela vasca al lado de las consagradas y legendarias figuras de Miguel de Unamuno o Pío Baroja, al ser capaz de crear un espacio mitico-legendario, a la altura del condado de Yoknapatawa de Faulkner, en donde los personajes cobran vida propia transmitiendo su virtudes y sus miserias, siendo admirados o repudiados por el lector que se refleja en el espejo de esos sucesos en la búsqueda de una nueva máscara que pueda incluir en el repertorio de su atrezo cotidiano. Mis más fieles y únicos lectores si me preguntarais por cuál de ellas me tuviera que decantar está claro que preferiría la del aguerrido y contumaz Roque Altube.

Verdes valles, colinas rojas I


El reportaje del ultraje

LA NOVELA DE LA TIERRA VASCA I


Ya os mencioné, en alguna otra ocasión, mis tan fieles y únicos lectores, el inusitado interés que había despertado en mi conciencia lectora el universo narrativo de Ramiro Pinilla. Puede que os acordéis de la mención que hice cuando hablé sobre la concesión del Premio Nadal a su obra Las Ciegas Hormigas, que tuvo que esperar, amortajada en las estanterías de Destino, el más de medio siglo largo de cautiverio editorial propuesto en las bases de su premio para escritores noveles.

La historia de la tenacidad de Sabas Jaúregui y el inagotable tesón con el que intenta aportar a su familia el combustible necesario que les permitiera una digna manutención frente a la carestía y la necesidad reinantes, me atrapó de una manera lo suficientemente convincente para que indagará en su escasa obra catalogada y, de esta manera, adentrarme en una región desconocida de una impresionante envergadura y de una calidad estilística manifiesta.

Siempre deberé al magisterio del doctor Senabre las pistas que nos espolvoreó sobre las directrices de la narrativa actual fuera de los circuitos comerciales en aquel curso que impartió en la antigua y todavía ruinosa Finca de Vista Alegre, en el castizo distrito de Carabanchel, transformada, después de la desmantelación ideológica de los CAP, en el Centro Regional de Innovación y Formación, adscrito a la Dirección General de Mejora de la Calidad de la Enseñanza de la Comunidad de Madrid. No obstante, dentro del caso que nos ocupa de Ramiro Pinilla, también tengo que agradecer la encarecida insistencia en su recomendación y descubrimiento por parte del pertinaz bibliotecario de Portazgo, Sergio el novelista. Aquí tiene el testimonio de mis palabras que le brindan un sincero homenaje y reconocimiento a su invisibilizado pero tan valioso trabajo.

Ante mi desprevenido rostro, que tornó raudo en atónito, aparecieron tres gigantescos volúmenes -dormitando la ausencia de lecturas en los anaqueles de las estanterías del Centro Cultural Alberto Sánchez, egregio escultor del proletariado- con el título global de Verdes valles, colinas rojas, Premio Nacional de Narrativa y de la Crítica en el 2006, que alcanzaban de sobra las dos mil páginas, con más de 20 años de trabajo y unas 250 fichas de personajes, según las propias palabras del autor. Llegado el final del verano del 2010 emprendí el viaje de mi odisea lectora por la cosmogonía mítica de Getxo, odisea que aún está por finalizar mientras no se publique en este mes de abril la edición definitiva y revisada de sus cuentos Recuerda, oh, recuerda y Primeras historias de la guerra interminable, en los que, parece ser, se podrán reconocer el embrión de muchos de los nudos narrativos de su inmensa obra maestra.

jueves, 21 de abril de 2011

LA SOPA QUEMA


La reseñilla que más brilla

En verdad, en verdad, digan lo que digan, Juan sin Credo ha leído a su primogénito, Francisco I, El príncipe de los Ángeles, el álbum ilustrado, La sopa quema, cuyo texto pertenece a Pablo Albo y las ilustraciones salen de la pluma de André Letria, publicado, por la editorial OQO, dentro de su colección O, en julio de 2009.

Como imaginarán, los tan únicos y fieles lectores de la amplia y nihilista obra del tan idolatrado e irredento crítico, el argumento es más bien básico.

  • Ocurre que a María le sucede aquello que, igualmente, les acontece a tantos otros niños del mundo a la hora de cenar; no es otra la cuestión sino que la sopa recién hecha por su madre, servida en el plato, quema horrores. Evidentemente, María se queja a su madre, esta no le hace ni caso y emplea la palabra que dicen todas la madres cuando la sopa quema: ¡¡SOPLA!! Hasta aquí ninguna novedad al respecto. Será en los métodos fabulosos para enfriar la sopa en donde María destaca tras la ayuda de un rinoceronte que pasaba cerca de su salón, un murciélago que estaba colgado de la lámpara y un batallón de hormigas que habitaba en una de las hendiduras de las paredes de su casa. Gracias a tan numerosa colaboración conseguirá realizar la proeza de tomarse la sopa ante el asombro de su madre. Por último, en la contraportada se muestra un elaborada receta de cómo se debe cocinar un buena sopa. Eso sí, si luego quema ya se sabe: ¡¡SOPLA!!

miércoles, 20 de abril de 2011

Agosto, octubre


La reseña con saña

Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído la última obra narrativa de Andrés Barba, Agosto, octubre, publicada por la editorial Anagrama en su colección Narrativas hispánicas en octubre del 2010.

Parece que el narrador está en tercera persona y prescinde del verbo dicendi en aras de los paréntesis que encierran los nombres de los personajes responsables de cada uno de sus diálogos. El contexto histórico se centra en la actualidad de una adolescencia consumidora de móviles y cristal mientras que el tiempo interno transcurre durante las vacaciones estivales de agosto, además de escasos días del mes de octubre. El espacio se ubica en una localidad costera que duplica su población en periodo veraniego, tras el cual vuelve a recuperar su normalidad fantasmagórica de miles de apartamentos vacíos. El personaje principal es Tomás, un adolescente de 15 años perteneciente a una familia de clase media alta, que se someterá a una enorme trasformación psicológico y afectiva debido a unos hechos determinantes ocurridos durante ese verano, relacionados con la muerte y con el sexo. Otros personajes importantes para el desarrollo de los sucesos son los amigos macarrillas del pueblo, Pablo, Tejas, Rivera y Marcos y la joven víctima discapacitada Marita

Dicen que a Juan sin Credo la novelita de Andrés Barba le ha parecido anecdótica, escasa e insuficiente en la fábula, inverosímil hacia su parte final pero válida desde el momento en que muestra las inquietudes que atormentan a una mente inmadura en la construcción estable de su personalidad.

domingo, 17 de abril de 2011

Monster´s Ball


El film tras la mente

Tal vez se sepa que Juan sin Credo ha visto la película Monster´s Ball dirigida por Mark Foster, con un guion de Milo Addicay y Will Rokos y protagonizada por Halle Berry, Heath Ledger y Billy Bob Thornton, entre otros, y que obtuvo en el año 2001 el Oscar y el Oso de plata en el Festival de Berlín a la mejor actriz.

Quizá se opine que esta producción cinematográfica norteamericana se puede encuadrar dentro del drama social de denuncia implícita, puesto que al espectador se le plantea una propuesta de análisis y reflexión sobre determinados temas de un alto calado sociológico, como son la validez de la pena de muerte y el racismo latente entre las minorías norteamericanas, en este caso la afroamericana y la de origen judío.

Acaso el público, al igual que Juan sin Credo, piensa que en esos silencios fílmicos, tan significativos, y en ese ritmo lírico de la mayoría de las secuencias del largometraje se encierran las respuestas a una utópica historia de amor y apoyo mutuo entre dos visiones irreconciliables enfrentadas, pero que aportan una visión optimista con la esperanza de que, al menos, en la ficción todavía es posible lo imposible.

sábado, 16 de abril de 2011

Ritter, Ritter oder wir bauen eine Burg (Caballeros, caballeros, o construimos un castillo)


La butaca nihilista

EL CASTILLO DE LAS VOCES INCESANTES

Cerrábamos el círculo de Teatralia 2011 en el Teatro Villa de Móstoles justo en el Día Mundial del Teatro, cuyo manifiesto venía firmado de la mano de Jessica Kaahwa, especialiada, actualmente, en la práctica del teatro de significado personal y el teatro de conflicto y comunicación.

Las ideas más relevantes de su discurso se resumen en que mediante el lenguaje universal del teatro se pueden proyectar mensajes de paz y reconciliación, así como proponerlo de herramienta del diálogo para la transformación y reforma social.

El contenido del manifiesto parece demasiado  utópico cuando en las sociedades más desarrolladas impera una falta de respeto absoluto, en el momento en que determinados espectadores rompen bruscamente la convención más elemental de este ancestral arte: el silencio.

Sea el público que sea, infantil, juvenil o adulto, tendrían que existir unos códigos de conducta muy severos para impedir la entrada, o expulsar de la sala si llegara el caso, a aquellos energúmenos que hablan constantemente durante toda la función impidiendo a los actores y a los demás espectadores disfrutar del esforzado trabajo que se presenta sobre las tablas.

Por este motivo, los actores Björn Langhans y Martín Karl tienen mi más alta admiración y estima, puesto que no sólo tuvieron que vencer las dificultades de transmitirnos su historia en una lengua que no dominan, además tuvieron que luchar contra las inclemencias de un público subdesarrollado incapaz de abandonar la sala, aunque su inocente hijo estuviera molestando de una manera insoportable al resto del público.

El colmo de la escasa sensibilidad y respeto hacia el trabajo de los demás llegó cuando a una señora muy maleducada le sonó el móvil en medio de la función y, ni corta ni perezosa, contestó a la llamada hasta que, por fin, acudió la responsable de sala para llamarla la atención.

En definitiva, una deslucida función por culpa de una parte del público, que hizo zozobrar la interesante puesta en escena de la compañía alemana Theather des Lanches & Das Weite Theather, basada en la construcción escénica de un castillo medieval a traves de la composición de piezas geométricas de madera superpuestas, que servía de fondo para la jocosa y disparatada lucha entre los dos caballeros, Diego y Rodrigo Alonso, por el amor de la princesa Rosalina.



jueves, 14 de abril de 2011

La tortuga que quería domir

La reseñilla que más brilla

En verdad, en verdad, digan lo que digan, Juan sin Credo ha leído a su primogénito, Francisco I, el Príncipe de los Ángeles, el álbum ilustrado titulado La tortuga que quería dormir, cuyo texto pertenece a Roberto Aliaga y las ilustraciones salen de la pluma de Alessandra Climatoribus, publicado por la editorial OQO, dentro de la colección O, en enero de 2008.

Como imaginarán, los tan únicos y fieles lectores de la amplia y nihilista obra del tan idolatrado e irredento crítico, el argumento es más bien básico:
  •  Ocurre que una pacienzuda tortuga intenta emprender el sueño tras una intensa sensación de fatiga, sin embargo después de todo el ritual que emplea antes de acostarse -lavarse los dientes, mullir la almohada, arroparse con la manta morada- es interrumpida por la visita de uno de sus amigos, justo en el momento preciso de irse a la cama. Tal operación se repetirá durante tres veces -con la totovía, la marmota y la araña- hasta la llegada del león, que no trae nada consigo pero sí la necesidad de regalarle a su querida amiga aquello que esté al alcance de sus posiblidades. Afortunadamente, será gracias a la astucia de la tortuga cómo el león consiguirá su propósito mediante el mejor regalo que puede recibir su mejor amiga para conciliar el sueño de una vez por todas: ¡¡ SILENCIO !!

 

miércoles, 13 de abril de 2011

Oscuro bosque oscuro


La reseña con saña

Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído la última novela breve del autor mexicano Jorge Volpi, Oscuro bosque oscuro, publicada por la editorial Salto de página en abril de 2010.

Parece que el narrador está en tercera persona y emplea la estructura impersonal y anónima de los cuentos tradicionales. El contexto histórico se centra en los últimos instantes de la II Guerra Mundial, cuando la Alemania Nazi tiene que echar mano de sus reservistas para mantener el terror en sus territorios ocupados, mientras que el tiempo interno de la narración sucede en dieciocho meses. El espacio se ubica en una urbe alemana con salida al mar, además de las aldeas y ciudades del oeste de Polonia. Los principales personajes son los mandos Drajurian, Amat, Pertz y el capitán del batallón 303. Por otro lado en el bando de la tropa se encuentran Guridien, Satrin y Luk y... los lectores.

Dicen que a Juan sin Credo la lectura de esta pequeña fábula repleta de horrores, donde ningún cuento termina con final feliz, le ha parecido excelente desde que el autor sabe combinar, con bastante acierto, técnica y contenido moral, dado que plantea una honda reflexión sobre el sentido de culpa entre los asesinos que esconden su debilidad en nombre de cualquier ideal; así como también incluye, dentro de ese mismo saco, a los que con su cobarde silencio permiten la sistemática violencia del exterminio, entre los que se encuentran cada uno de los posibles lectores.

lunes, 11 de abril de 2011

Dança de la muerte



El programa de mano radical

Circula un rumor a una uniforme velocidad sobre la asistencia de Juan sin Credo al próximo montaje en la Compañía Nacional de Teatro Clásico, Dança de la muerte, gracias al trabajo conjunto realizado por las Compañías Nao d´Amores y, portuguesa, Teatro da Cornucopia, bajo la dramaturgia y dirección de Ana Zamora, que será representada en la sede temporal del Teatro Pavón entre el 8 y el 24 de abril de 2011.

Se oye comentar a la gente del lugar que las fuentes bibliográficas empleadas para la elaboración de la dramaturgia se encuentran en la Dança General de la Muerte, el Diálogo entre el Viejo y la Mujer Hermosa y los fragmentos de las obras de Gil Vicente. Por supuesto que entre dientes se les escucha que la interpretación corre a cargo de Luis Miguel Cintra, Sofía Marqués y Elena Rayos mientras que los músicas son Eva Jornet, Isabel Zamora y Juan Ramón Lara

Murmuran los eruditos que la Danza de la muerte fue un tema recurrente en la literatura medieval tras la peste negra y las hambrunas que diezmaron la población europea sobre todo a mediados del siglo XIV. Además se atreven a afirmar que esta manifestación cultural se puede relacionar tanto con el teatro, la música, la danza, el folclore como con otros fenómenos artísticos y sociales.

Según las habladurías del mentidero estas dos compañías abordan una puesta en escena que integra el trabajo actoral, el teatro de títeres y la interpretación musical en directo con reproducciones de instrumentos de la época para recrear un viaje en el tiempo que revivirá los mitos que ayudaron a aliviar el pánico ancestral ante el último trance.

Dicen que Juan sin Credo es un ferviente admirador de las miniaturas dramáticas elaboradas con cuidadoso esmero y excelente resultado por parte de la Compañía Nao d´Amores, como se puede atestiguar tras su asistencia a sus anteriores espectáculos El Cristo de los Gascones o El Auto de los Reyes Magos y espera que, nuevamente, después de su estreno absoluto durante este verano en los distintos festivales que salpican nuestra geografía peninsular, conquiste los corazones del siempre exigente y castizo público madrileño.

sábado, 9 de abril de 2011

UN BOBO HACE CIENTO (CRÍTICA)


LA BUTACA NIHILISTA


EL EFECTO TORRENTE


Corrían las maltrechas hojas de un calendario que se acercaba exhausto a diez días del final del invierno con una amarga efeméride de 191 muertos en varios trenes masacrados. Desafortunadamente, a veces, las fechas se alían en una espiral de tragedia sobre tragedia y de cara al año que viene tocará celebrar las víctimas del seísmo en Fukushima; punto en la geografía mundial que nos ha servido para despertar nuestra conciencia sobre los peligros del pánico nuclear.

Tras estas noticias en los rotativos recientes de la más fresca actualidad se escondía en la agenda cultural el estreno cinematográfico más esperado de toda la temporada, que ha arrasado en las taquillas durante tres semanas consecutivas, Torrente IV. Nada tengo que añadir al gusto tan deteriorado que tiene el público en esta decadente Piel de toro. Sin embargo, sí me parece más alarmante el contagio que sufren otras producciones culturales a la sombra de esta visión cutre de la realidad.


La tercera puesta en escena de abono de la temporada en el Clásico colgaba un gran cartel con Juan Carlos Pérez de la Fuente en la dirección, Richard Cenier en la escenografía, Javier Artiñao como diseñador del vestuario, Alicia Lázaro en la composición musical y Beatriz Argüello, Muriel Sánchez, Daniel Albadalejo, Francisco Rojas o Arturo Querejeta, entre otros, como principales actores. Bien es cierto que llegaba a la butaca tras una semana intensa de esforzado trabajo por diferentes motivos pero aquello que vieron mis ojos no tenía forma ninguna de mostrar una visión completa de conjunto.


El propio director ya avisa en el cuaderno pedagógico editado por el Ministerio que el montaje es arriesgado, además tiene la desfachatez de decir, en estos tiempos difíciles, la siguiente afirmación: “Si lo público no arriesga, no lo puede hacer un empresario privado” No señor mío, no se equivoque, con el dinero de todos no se juega y menos cuando casi no queda o se malgasta en estupideces similares a la Marcha del Orgullo o la visita del Pontífice.


Y no es que lo diga yo, que por lo menos aguanté hasta el final aferrado con espanto a mi localidad, sino que se lo digan a las, por lo menos, veinte personas que abandonaron la sala antes de finalizar la función. Jamás antes, y ya llevo cinco años yendo ininterrumpidamente al Clásico, había sucedido que los espectadores se marchasen en la oscuridad del patio de butacas huyendo del esperpento de las tablas.


En tanto que el vestuario es un alarde de preciosismo, el decorado celebra el trabajo carpintero de las ciento cincuenta casas madrileñas a escala o la música en directo de la percusión, el fagot o el clarinete revive la Marcha de Granaderos, embrión del himno nacional, la puesta en escena naufraga estrepitosamente al ponderarse sin límite los recursos del disparate, la tontería y la estupidez muy relacionados con el éxito casposo de Torrente pero difícilmente admisible por el público del Clásico un día de abono.

jueves, 7 de abril de 2011

Arco de la Luna


LA RESEÑILLA QUE MÁS BRILLA

En verdad, en verdad, digan lo que digan, Juan sin Credo ha leído a su primogénito Francisco I, el Principe de los Ángeles, el libro infantil titulado Arco de la Luna, cuyo texto pertenece a Txabi Arnal y las ilustraciones corren a cargo de Susanna Widmann, publicado por la editorial Kalandraka, dentro de su colección Libros para soñar, en junio de 2003. Como imaginarán, los tan únicos y fieles lectores de la amplia y nihilista obra del tan idolatrado e irredento crítico, el argumento es más bien básico. Ocurre que una serie de animales no están contentos, bien con su aspecto, bien con alguno de los rasgos de su personalidad, y mediante el salto de cada uno de los colores del arcoiris consiguen cambiarlo; hecho que, momentaneamente, les conducirá a la felicidad pero que, más tarde, les terminará por causar una infinita tristeza. No obstante, gracias a la Luna y al salto nocturno que proyecta su arco en el filo de los sueños, esos siete animales recuperarán su estado original, volviendo, de nuevo, a la normalidad. El cuento finaliza con los animales gritando al unísono: ¡Gracias, Luna! ¡Cómo tú, ninguna!

miércoles, 6 de abril de 2011

Debo todo a tu olvido


La reseña con saña


Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído la última pieza narrativa de Malika Mokeddem, Debo todo a tu olvido, traducido por Pilar Jimeno Barrena y publicado en la editorial Alianza Literatura en mayo del 2010.

Parece que el narrador está en tercera persona. El contexto histórico se centra en los últimos cincuenta años, edad aproximada de la protagonista, mientras que el tiempo interno de relato transcurre entre finales del otoño y los primeros días del 2005; no obstante, la trama narrativa retrocede con frecuencia a episodios del pasado del personaje principal. El espacio se ubica en Montpelier y en Árgelia, bien en su capital Orán, bien en el desierto familiar. Será la dificultosa relación de Selma Mufid con su madre la que se irá desgranando página a página, otros personajes menos relevantes son su amigo Gumi o su antiguo amante Laurent.

Dicen que a Juan sin Credo está obra narrativa le ha parecido una muestra más de la opresión recibida por la mujer musulmana en su propio entorno; incluso provocada por la sangre de su misma madre, que renegará de su hija porque huyó de su árida tierra, liberándose del yugo, en busca de una sociedad menos injusta, donde se reconociera su papel como un ciudadana equiparada con iguales derechos y deberes a los del resto de otros hombres o mujeres.

lunes, 4 de abril de 2011

SHUTTER ISLAND


EL FILM TRAS LA MENTE

Tal vez se sepa que Juan sin Credo ha visto la película Shutter Island, dirigida por Martín Scorsese, con un guion de Laeta Kalogridis, basada en la novela homónima de Dennis Lehane y protagonizada, entre otros, por Leonaro DiCaprio, en el papel de Teddy Daniels, Mark Ruffalo, que hace de su compañero llamado Chuck Aule, Emily Mortimer, interpretando a una peligrosa asesina, y Ben Kingsley, que da vida al siniestro Dr. Cawley.

Quizá se opine que esta producción cinematográfica norteamericana puede quedar encuadrada dentro del film-noir, sirviendo de homenaje a las películas de terror y misterio de la década de los 60, puesto que su argumento podría resumirse en la investigación, realizada por los agentes federales Daniels y Aule, del extraño caso de la desaparición de una peligrosa psicópata asesina, que al igual que una moderna Medea ha asesinado a sus propios hijos, en una remota isla de la Bahía de Boston, donde se encuentra instalado el hospital psiquiátrico penitenciario Ashecliffe.

Acaso el público se pueda plantear, tal como ha hecho Juan sin Credo, que la sensación de aislamiento y ahogo, provocada por la imposibilidad de escape de esa isla, incrementa, vibrantemente, el ritmo narrativo del largometraje. A su vez, la majestuosa fotografía por Robert Richardson de esos escarpados acantilados , ayudada de una banda sonora trepidante relacionada con la semántica del misterio, más las asfixiantes secuencias -tanto la de la tormenta inaudita como, por ejemplo, aquella sucedida en el laberíntico módulo de los reclusos más peligrosos- acompañan, acompasadamente, a la intriga hasta el instante final; en donde la trama gira bruscamente para mostrar esa dicotomía de la personalidad que habita en toda alma de un enfermo mental.

sábado, 2 de abril de 2011

CÁSCARAS



LA BUTACA NIHILISTA


¡¡Máscaras, qué cáscaras!!

Volvía, como cada año, un clásico de los festivales escénicos dedicado a los niños y los jóvenes, TEATRALIA 2011, con su XV edición, para reunir 23 espectáculos y cerca de 200 funciones en 38 municipios de la Comunidad de Madrid. Afortunadamente, la tijera de los recortes presupuestarios, al igual que con los teléfonos móviles de última generación y los lujosos vehículos oficiales, no había afectado, en esta ocasión, a esta parcela de la cultura como sí ha sucedido con tantas otras.

Dejando de lado estas imposibles disquisiciones financieras de cómo se reparten nuestros tributos, preferiría empezar a contaros, mis fieles y únicos lectores, cuanto disfrutamos presenciando el montaje de la Compañía APriori Producciones, elaborado sobre la base de los principales recursos y características de la Comedia del Arte, titulado Cáscaras.

Tres esforzados actores, Genna Viguera, Chavi Bruna y Gerardo Quintana, dan vida a diez personajes. Del prólogo inicial se podía prescindir, pues creo que su funcionalidad se justificar para dar el formato exigido en estos festivales. Los tres viajeros que llegan a teatro con la intención de hacernos reír no aportan nada al significado esencial de texto dramático.

Sin embargo, la continuación es puro arte escénico. Movimiento, colorido y melodía. El argumento es básico: dos criados muertos de hambre, sólo alimentados de cáscaras, Arlequino y Trufaldino roban a sus respectivos y miserables amos, Balanzone y Pantalone, el principal manjar que cada uno de ellos representa y que, al mismo tiempo, da nombre a las aldeas donde habitan, las nueces y los huevos. Entre medias aparecerá el amor idealizado, representado Basilio e Isabela, hijos de ambos señores tan ruines, y la justicia, de la mano del Capitán Corcoglioni.

Mientras tanto zapatiestas, danzas, coscorrones y un lenguaje lleno de equívocos, rima fresca y concepto ágil, muy bien adaptados, todos ellos, a la mente en construcción de los más pequeños pero que, del mismo modo, provoca la carcajada estrepitosa en los más mayores.


Por un lado, el vestuario de Martín Nalda es primoroso, en cuanto cuida los detalles clásicos de los personajes prototípicos de la Comedia, aunque, a la vez, arriesgado con los vivos colores elegidos para el capitán; como parte de esta faceta también se tiene que hacer mención al magnífico trabajo realizado por Carlos Pérez-Aradrós, tras haber confeccionado unas elaboradas y personalizadas máscaras para los diferentes personajes.


De la misma manera, la música acompaña a la acción dramática, aportando una presencia escenica que ensancha las intervenciones de los personajes. La banda sonora, compuesta por Elena Aranoa y Nacho Ugarte, es de una bellísima factura y es una pena que tan armoniosas melodías no se hayan podido escuchar en directo.


En cambio, la escenografía desentona con tanto acierto desde el punto de vista del trabajo del actor o del vestuario, dado que la tarima central está tapizada con unos colores muy apagados. No obstante, la idea de la bisagras sobre las que giran las puertas de Valdegüevos y Valdenueces es muy ingeniosa.

En definitiva, uno de los mejores espectáculos infantiles de toda la temporada y un buen aldabonazo de salida a Teatralia 2011, con un montaje que cubrió con creces la expectativas de todos los espectadores, puesto que todos los niños se mantuvieron en silencio durante toda la obra, reflejo signficativo de la calidad de la misma.