Científicos Futuristas

Los Científicos del Futuro queremos que vosotros, habitantes de nuestro pasado, recuperéis en vuestro presente toda la dispersa y denostada obra del siempre iconoclasta Juan sin Credo

sábado, 31 de diciembre de 2011

Designados para que un futuro mejor sea posible II


...Por último, examinamos su designación metonímica de la parte por el todo; es decir se nombra, en este caso, a la persona por sus elementos más característicos.

En ese instante me vino a la mente una imagen de mi más tierna adolescencia, cuando caminando por la calle Preciados, en dirección hacia la Casa del Libro, me abordó, dándome un susto de cuidado, un piojoso muy feo con un chucho perdido de sarna que tocaba una melodía desafinada en una flauta infame para que le diera unas monedas.

¡Cuánta leche agria destilaba esa mala vieja reaccionaria!

Pero el debate no quedó ahí sino que meses más tarde en los medios volví a escuchar la palabra en boca del xenófobo líder de PxC, Ánglada, refiriéndose a unos manifestantes que habían intentado impedir uno de sus mítines racistas en una de las plazas principales de Barcelona.

No obstante, la guinda la puso esa señora tan antipática, inflada de soberbia, creyéndose superior al resto de los mortales y que arguye la falacia de la voluntad de las urnas para cometer sus fechorías totalitarias; cuando la realidad es que, únicamente, han votado a su partido ultraneoliberal el 30% del censo electoral en la Comunidad de Madrid. Una guinda al despropósito, según iba diciendo, al considerar a todos los simpatizantes del movimiento regeneracionista del 15-M como perroflautas parasitarios.

Supongo que si se hiciera esa misma homogenización, ese silogismo tan simplista, con los sacerdotes católicos llamándoles a todos pedófilos porque algunos pocos de ellos si lo han sido, la curia vaticana y todos sus fanáticos defensores pondrían el grito en el cielo tachando esa afirmación de demagógica y malvada.

Sin embargo, a mí me hicieron gracia las palabras de esa mujer porque me imaginé a uno de los máximos exponentes de este movimiento de dignificación democrática, reciente Premio Nacional de las Letras José Luis Sampedro, miembro de la RAE desde 1990, con unas rastas, fumándose un canuto de hierba y echándole el humo a esos voceras de tanta estupidez.

Este doctor en Economía y catedrático de Estructura Económica en la Universidad Complutense hasta su jubilación ha participado con un artículo, junto con diez personalidades del mundo académico, periodístico y judicial, en la compilación, realizada por Rosa María Artal, titulada Reacciona que nos invita a participar en el cambio de este sistema que hiede pestilente como las cloacas más pútridas de cualquier metrópoli occidental.

Lectura interesante y formativa para intentar girar el rumbo de un sistema a la deriva, despojándose de etiquetas que contengan el prefijo in-, que indica un matiz semántico de contrariedad. Baste este único motivo para que se tache y elimine del vocabulario mediático el término indignados y emplear mejor alguna otra palabra que califique este movimiento como  la de designados. Designados para el despegue hacia un mundo más justo.



viernes, 30 de diciembre de 2011

Designados para que un futuro mejor sea posible I


Hace algunos años estuvo durante varias semanas en la lista de libros más vendidos una recopilación de artículos del venerado maestro Lázaro Carreter, cuyo título era El dardo en la palabra. En esos textos breves el profesor se despachaba a gusto con aquellas expresiones utilizadas de forma incorrecta en los medios de comunicación, además siempre les imprimía un tono muy irónico que convertía la crítica en un juguete cómico en manos del lector para que prorrumpiera en estruendosas carcajadas.

Posiblemente de aquellas lecturas me vino el gusto por analizar los innumerables términos que se van incorporando a nuestro idioma, fértil lengua de sublimes escritores aunque también proclive a las creaciones de las capas más populares. Estas últimas, mediante su fresco ingenio arraigado en la intuición lingüística que brota de su capacidad analógica, son capaces de forjar un neologismo que irrumpa en el léxico con una vitalidad arrolladora para denominar una categoría que, por una cuestión de prestigio social, se pone en un determinado momento de moda.

Un ejemplo muy actual de esta capacidad innovadora es lo acaecido con el étimo perroflautas. Hace unos meses iba caminando una mañana de domingo primaveral junto a mi amiga Zeniala por el Madrid castizo y al pasar por la iglesia de las Comendadoras, justo a la salida de misa, escuchamos la conversación de dos cacatúas enjoyadas, apestando a perfume carísimo, que con el coste del frasco se podría haber dado de comer a toda una familia de cinco miembros, con los progenitores en el paro, durante un mes seguido en el Carrefour.

-Me encantaría tomarme contigo una napolitana en La menorquina, pero con tanto perroflauta por la Puerta de Sol me da miedo de (sic) que me ensucien el vestido de Versace- dijo la más enjabelgada anciana, cuya decrepitud cadavérica se perfilaba en su pálida faz, a pesar de las operaciones que parecía tener su dilatado rostro.

-Perroflauta la santa de tu madre que yace en el panteón familiar desde la ya agotada Transición. ¡Será tía caduca!- berreó mi aguerrida Zeniala Volvoreta, a la que tuve que sujetar firmemente para que no mordiera a la esquelética vieja, blasón de una tradición ancestral hispánica aferrada al conservadurismo más extremo.

Ya lejos del lugar y con los ánimos más calmados, intente disuadir a la combativa narradora oral con diferentes juegos de palabras que tan de su gusto son. Evidentemente, el término pertenece a la categoría gramatical de los adjetivos calificativos y más concretamente a los peyorativos. De la misma manera, estuvimos indagando sobre su formación por composición mediante los lexemas perr-o y flaut-a...