Científicos Futuristas

Los Científicos del Futuro queremos que vosotros, habitantes de nuestro pasado, recuperéis en vuestro presente toda la dispersa y denostada obra del siempre iconoclasta Juan sin Credo

viernes, 30 de diciembre de 2011

Designados para que un futuro mejor sea posible I


Hace algunos años estuvo durante varias semanas en la lista de libros más vendidos una recopilación de artículos del venerado maestro Lázaro Carreter, cuyo título era El dardo en la palabra. En esos textos breves el profesor se despachaba a gusto con aquellas expresiones utilizadas de forma incorrecta en los medios de comunicación, además siempre les imprimía un tono muy irónico que convertía la crítica en un juguete cómico en manos del lector para que prorrumpiera en estruendosas carcajadas.

Posiblemente de aquellas lecturas me vino el gusto por analizar los innumerables términos que se van incorporando a nuestro idioma, fértil lengua de sublimes escritores aunque también proclive a las creaciones de las capas más populares. Estas últimas, mediante su fresco ingenio arraigado en la intuición lingüística que brota de su capacidad analógica, son capaces de forjar un neologismo que irrumpa en el léxico con una vitalidad arrolladora para denominar una categoría que, por una cuestión de prestigio social, se pone en un determinado momento de moda.

Un ejemplo muy actual de esta capacidad innovadora es lo acaecido con el étimo perroflautas. Hace unos meses iba caminando una mañana de domingo primaveral junto a mi amiga Zeniala por el Madrid castizo y al pasar por la iglesia de las Comendadoras, justo a la salida de misa, escuchamos la conversación de dos cacatúas enjoyadas, apestando a perfume carísimo, que con el coste del frasco se podría haber dado de comer a toda una familia de cinco miembros, con los progenitores en el paro, durante un mes seguido en el Carrefour.

-Me encantaría tomarme contigo una napolitana en La menorquina, pero con tanto perroflauta por la Puerta de Sol me da miedo de (sic) que me ensucien el vestido de Versace- dijo la más enjabelgada anciana, cuya decrepitud cadavérica se perfilaba en su pálida faz, a pesar de las operaciones que parecía tener su dilatado rostro.

-Perroflauta la santa de tu madre que yace en el panteón familiar desde la ya agotada Transición. ¡Será tía caduca!- berreó mi aguerrida Zeniala Volvoreta, a la que tuve que sujetar firmemente para que no mordiera a la esquelética vieja, blasón de una tradición ancestral hispánica aferrada al conservadurismo más extremo.

Ya lejos del lugar y con los ánimos más calmados, intente disuadir a la combativa narradora oral con diferentes juegos de palabras que tan de su gusto son. Evidentemente, el término pertenece a la categoría gramatical de los adjetivos calificativos y más concretamente a los peyorativos. De la misma manera, estuvimos indagando sobre su formación por composición mediante los lexemas perr-o y flaut-a...

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