Científicos Futuristas

Los Científicos del Futuro queremos que vosotros, habitantes de nuestro pasado, recuperéis en vuestro presente toda la dispersa y denostada obra del siempre iconoclasta Juan sin Credo

sábado, 2 de abril de 2011

CÁSCARAS



LA BUTACA NIHILISTA


¡¡Máscaras, qué cáscaras!!

Volvía, como cada año, un clásico de los festivales escénicos dedicado a los niños y los jóvenes, TEATRALIA 2011, con su XV edición, para reunir 23 espectáculos y cerca de 200 funciones en 38 municipios de la Comunidad de Madrid. Afortunadamente, la tijera de los recortes presupuestarios, al igual que con los teléfonos móviles de última generación y los lujosos vehículos oficiales, no había afectado, en esta ocasión, a esta parcela de la cultura como sí ha sucedido con tantas otras.

Dejando de lado estas imposibles disquisiciones financieras de cómo se reparten nuestros tributos, preferiría empezar a contaros, mis fieles y únicos lectores, cuanto disfrutamos presenciando el montaje de la Compañía APriori Producciones, elaborado sobre la base de los principales recursos y características de la Comedia del Arte, titulado Cáscaras.

Tres esforzados actores, Genna Viguera, Chavi Bruna y Gerardo Quintana, dan vida a diez personajes. Del prólogo inicial se podía prescindir, pues creo que su funcionalidad se justificar para dar el formato exigido en estos festivales. Los tres viajeros que llegan a teatro con la intención de hacernos reír no aportan nada al significado esencial de texto dramático.

Sin embargo, la continuación es puro arte escénico. Movimiento, colorido y melodía. El argumento es básico: dos criados muertos de hambre, sólo alimentados de cáscaras, Arlequino y Trufaldino roban a sus respectivos y miserables amos, Balanzone y Pantalone, el principal manjar que cada uno de ellos representa y que, al mismo tiempo, da nombre a las aldeas donde habitan, las nueces y los huevos. Entre medias aparecerá el amor idealizado, representado Basilio e Isabela, hijos de ambos señores tan ruines, y la justicia, de la mano del Capitán Corcoglioni.

Mientras tanto zapatiestas, danzas, coscorrones y un lenguaje lleno de equívocos, rima fresca y concepto ágil, muy bien adaptados, todos ellos, a la mente en construcción de los más pequeños pero que, del mismo modo, provoca la carcajada estrepitosa en los más mayores.


Por un lado, el vestuario de Martín Nalda es primoroso, en cuanto cuida los detalles clásicos de los personajes prototípicos de la Comedia, aunque, a la vez, arriesgado con los vivos colores elegidos para el capitán; como parte de esta faceta también se tiene que hacer mención al magnífico trabajo realizado por Carlos Pérez-Aradrós, tras haber confeccionado unas elaboradas y personalizadas máscaras para los diferentes personajes.


De la misma manera, la música acompaña a la acción dramática, aportando una presencia escenica que ensancha las intervenciones de los personajes. La banda sonora, compuesta por Elena Aranoa y Nacho Ugarte, es de una bellísima factura y es una pena que tan armoniosas melodías no se hayan podido escuchar en directo.


En cambio, la escenografía desentona con tanto acierto desde el punto de vista del trabajo del actor o del vestuario, dado que la tarima central está tapizada con unos colores muy apagados. No obstante, la idea de la bisagras sobre las que giran las puertas de Valdegüevos y Valdenueces es muy ingeniosa.

En definitiva, uno de los mejores espectáculos infantiles de toda la temporada y un buen aldabonazo de salida a Teatralia 2011, con un montaje que cubrió con creces la expectativas de todos los espectadores, puesto que todos los niños se mantuvieron en silencio durante toda la obra, reflejo signficativo de la calidad de la misma.

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