Científicos Futuristas

Los Científicos del Futuro queremos que vosotros, habitantes de nuestro pasado, recuperéis en vuestro presente toda la dispersa y denostada obra del siempre iconoclasta Juan sin Credo

jueves, 29 de marzo de 2012

Y parece que al tercer día resucitó...El Misterio del Cristo de los Gascones. Nao d´amores




La butaca nihilista

Mi impertérrito doctor di´a Trives:

Sabiendo el afecto que sientes hacia la ciudad de Segovia -bañada por las aguas del sencillo Eresma, en cuyas riberas descansan las cenizas de tu amado abuelo- no quería dejar pasar la ocasión de comentarte que según Garci Ruiz de Castro, el Santo Cruçifixo de Sathiuste es un cruçifixo que le truxo una yegua blanca quebrados los hojos. En su seguimiento venían unos gascones de tierra de Gascuña...

Así es como empieza otra de las epistolas perteneciente a la correspondencia inédita entre Postrergénito López y el doctor di´a Trives, dos de los discípulos más radicales que han cumplido, a rajatabla, los mandamientos de la doctrina de nuestro idolatrado Juan sin Credo.

Mientras, nosotros, los CIENTIFICOS FUTURISTAS, pasabamos, plácidamente, unos días de descanso cuando se encendió la señal de alarma de nuestros potentes medidores de frecuencia. Hace unos dos mil diez años, en el monte de las Calaveras, más conocido por el Gólgota, había desaparecido un cuerpo de un crucificado que respondía al nombre de Cristo. Once siglos después reaparece uno llamado de los Gascones en la repoblación de Segovía, durante los tiempos de Alfonso VIII, pero su primera referencia documental no está fechada hasta el 12 de abril de 1628.

Tienen que pasar trescientos setenta y nueve años para que una segoviana vuelva a representar el Misterio del Cristo de los Gascones y tres años después aparecerá el documento, que a continuación vamos a plasmar para regocijo de sus únicos y fieles lectores, datado a 4 de abril de 2010, de nuestro santón nihilista, Juan sin Credo, sobre la puesta en escena de dicha obra por la compañía Nao d´amores, bajo dramaturgia de Ana Zamora y dirección musical de Alicia Lázaro, en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares.

Domingo de Resurrección. La calle mayor de Alcalá está engalanada con banderitas nacionales pendientes de sus balcones. Los paseantes lucen sus mejores prendas con primoroso planchado y el perfume de la primavera se funde en la solapas de los más castizos que abarrotan las primeras terrazas de las temporada.

Asimismo se encuentra la sala del Corral de Comedias, tanto que me tienen que habilitar un silla cerca del pasillo lateral al haberse vendido más aforo del volcado en la red. En esta posición, que mejora la inicial, comienza el espectáculo.

Con estruendosos sonidos de carraca se abre paso por el pasillo lateral hacia un escenario limpio de decorado -exceptuando las sillas de las músicas junto a los antiguos instrumentos de cuerda y viento- una procesión de uniformados de negra sotana con el Cristo de los Gascones en andas.

A modo de vía crucis, se irá desarrollando la acción dramática con ese acento lejano de la lengua castellana de nuestros más remotos antepasados mediante la superposición de diversos textos de varios autores fundacionales -entre los que se pueden destacar a Gómez Manrique, Diego de San Pedro o Fray Íñigo de Mendoza-.

Desde el punto de vista técnico es reseñable el dinámico juego de luces que enriquece las transiciones entre cada paso, con unos marcados tonos azules opalinos, verde palido y amarillo mortecino. Por otro lado, el acompañamiento musical alcanza cotas de estremecimiento desde las cálidas caricias sonoras infundidas por la vihuela, el cromomo, la espineta o la viola de gamba de la mano, o de los labios, según así sea, de Alicia Lázaro, Eva Jornet, Isabel Zamora y Sofía Alegre.

Mientras de los actores se puede decir que manejan con maestría las estructuras versales de la lengua romance pre-renacentista. Sobre Elvira Cuadripani recae el mayor peso actoral representando a la madre de Cristo. David Faraco, en el papel de Pedro -es admirable el sonido imitando al canto del gallo-, Alejandro Sigüenza, en el de Juan y Natí Vera -tan bién caracterizada estando en cinta-, en el de María Magdalena, son también los artífices de dar vida al personaje principal de esta protolitúrgica obra.

Porque no debe caer en el olvido que toda esta puesta en escena gira alrededor de la talla de madera articulada que encarna la figura de Cristo. Un muñeco que cobra vida en manos de sus titiriteros mostrándose socarrón, campechano y, sobre todo, de una saltona, profunda e inquietante mirada inocente. A favor de esta elaborada vivificación resalta la experimentada formación de David Faraco que completó sus estudios en el Laboratorio de Investigación sobre el Teatro de Sombras que la Compañía Giocco Vita dirige en Piacenza.

Para finalizar marcó mi comentario con otros símbolos que acompañan a la representación, como son los cirios que se encienden y apagan -con la correspondiente esencia a fósforo de la cerilla- el desprendimiento de la sotana para dejar a la vista otra uniformada camisa roja y el apoteósis del Cristo elevándose en un ejercicio pseudocircense de los actores con una muestra de milagroso equilibrio.

En definitiva una conmovedora dramaturgia la de Ana Zamora y su compañía Nao d´Amores que la clasifican, dentro del panorama nacional, como la principal rescatadora del teatro inaugural de la cepa hispana. Una reliquia religiosa engarzada en la tradición de todos aquellos que nos educamos con los últimos coletazos de nacional-catolicismo y que hace reflexionar sobre cuanto hubiera cambiado la posición actual de nuestra fe si hubiera sido aprendida con tanta sensibilidad nacida bajo el auspicio de una inmejorable calidad artistica.

Dicen que Juan sin Credo coincidió en la salida con un grupo de alzacuellos ortodoxos que no tenían su misma visión prístina de la puesta en escena puesto que tenían el semblante ceñudo e irascible. Dicen que Juan sin Credo pensó que toda la simbología ritual que envuelve a la representación estaba perfectamente en consonancia con el calendario religioso de la doctrina católica. Dicen que Juan sin Credo cree que es, precisamente, con el momento de la Pascua en donde radica el éxito emotivo del montaje.









...E dixole ca auia rressuçitado



e trocosse en aveçilla



e sentose alla destra del Padre Ominpotent...



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