Científicos Futuristas

Los Científicos del Futuro queremos que vosotros, habitantes de nuestro pasado, recuperéis en vuestro presente toda la dispersa y denostada obra del siempre iconoclasta Juan sin Credo

sábado, 26 de febrero de 2011

NUNCA HEMOS ESTADO MEJOR DESDE QUE ESTAMOS MAL



La butaca nihilista
Así reza el cierre de la cabecera que figura en la página web de la Sala Ítaca, demostrando un desbordado optimismo acorde con la excelente programación que cuelga de su cartelera y que debe ser refrendada con el favor de un público exigente, cada vez más huidizo de las grandes producciones del teatro oficial.

Claro que estáis mejor desde que estabais mal, porque habéis sabido sobrevivir al desamparo de casi todas las instituciones, a la amenaza del desahucio por los acreedores y al nomadismo secular de los cómicos tras la desvencijada carreta de las máscaras y los sueños.

Tras los constantes mensajes de catastrofismo apocalíptico que se vierten desde los medios de comunicación más conservadores, ante la patética situación actual de nuestra maltrecha piel de toro -tanto económica como socialmente, comparando su agonía, de una manera exagerada e intimidatoria, con las tiranías perpetuas sufridas por los países árabes- la reapertura de la Sala Ítaca, a comienzos de año, resultaba, francamente, un soplo de aire fresco muy positivo para la conciencia de una serie de espectadores que creemos en el teatro como una fuerza motriz capaz de despertar el ánimo frente al descrédito permanente de una ideología en decadencia por la ineficacia de unos líderes políticos abocados al hondo precipicio del desprestigio.

Allí fue el lugar en donde vi por primera vez la dramaturgia gótica de Báthory contra la 613, impecablemente interpretada por Begoña Blanco y Patricia Quero, del avezado director Juan Manuel Romero. Además fue él, también, el encargado de darme la primicia de la nueva andadura de la Sala. Una llamada de teléfono a mí aguerrida amiga, la narradora oral Zeniala Volvoreta, hizo el resto.

La Sala colgaba el cartel de completo para presenciar la comedia de la compañía La Barca Teatro, Mentiras, perteneciente a Teresa Calo, bajo dirección de Javier de Dios con María José Sarrate, en el papel de Amelia, y Esther Ramos, dando vida a Begoña. En sí misma, la obra no es más que una comedia contemporánea de costumbres, donde el caprichoso azar da origen a un inesperado descubrimiento que pone en la palestra de la ridiculez a un hombre adultero mediante la puesta en marcha de la intrigante maquinaria femenina.

Será mediante el elaborado trabajo de las actrices, con sus cambios de registro en relación a la embarazosa situación en la que se encuentran más la aplicación de un ritmo trepidante de complicidad en sus réplicas, sumado a un acertado juego de luces, el factor desencadenante para que el montaje se convierta en un válvula de escape a la gravedad de la situación socio-económica.

En fin, un mero entretenimiento para que el espectador disfrute de una hora de diversión garantizada sin pretender mayores conquistas sino la del espacio para la amistad, con una sonrisa positiva que nos haga olvidar, durante siquiera un breve lapso de tiempo, a tanto cenizo con micrófono ansioso por la llegada de su mesías que repartirá el maná de los estrechos márgenes de beneficios sobre las arcas de su apostolada redacción.

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