Científicos Futuristas

Los Científicos del Futuro queremos que vosotros, habitantes de nuestro pasado, recuperéis en vuestro presente toda la dispersa y denostada obra del siempre iconoclasta Juan sin Credo

miércoles, 9 de febrero de 2011

Ilustrado



La reseña con saña

Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído la primera novela de Miguel Syjuco, Ilustrado, ganadora en el 2008 del Man Asian Literary Prize, así como el Palanca Awards, el más prestigioso galardón de las letras filipinas, traducida por Victoria Alonso Blanco y publicada por Tusquets en noviembre del 2010.

Parece que el narrador alterna entre la primera y tercera persona y su voz es múltiple, caótica y fragmentada. Tal estructura narrativa obedece a la construcción de un discurso pulverizado en partes minúsculas que van entrelazándose entre sí, aunque algunas de ellas permanecen independientes. El contexto histórico apunta a una revisión sistemática de la intrahistoria de Filipinas durante la última mitad del siglo XX. No obstante, el tiempo interno se ancla en el presente y su duración aproximada se estima en un mes. El espacio se ubica, particularmente, en Manila pero las secuencias narrativas pertenecientes a las obras más relevantes de uno de los personajes -como Autoplagiario, Manila Noir o, la inconclusa Crispín Salvador: seis vidas vividas, biografía en curso, escrita por su mejor discípulo Miguel Syjuco- situan la acción en otros lugares como Bacolod, Vancouver o Broadway. Los personajes principales son Crispín, un intelectual exiliado que conoce todos los secretos de los políticos de la nación desde la II República, pasando por los defenestrados Marcos, hasta los más actuales gobernantes como Estregan o Barsamoro, y Miguel Syjuco, que desde su óptica de nieto de uno de las más influyentes personalidades de los distintos regímenes filipinos, aporta una visión conjunta al microcosmos de la sociedad filipina, centrándose en sus castas más privilegiadas.

Dicen que a Juan sin Credo la lectura de la novela le ha parecido un ejercicio de construcción minuciosa de un enorme rompecabezas que realmente no le ha conducido a una visión positiva del conjunto. Dicen que la opinión que Juan sin Credo ofrece de ese microdiscurso de teselas dispersas es la de un resultado desintegrado que desluce ese sorprendente desenlace con el que finaliza la novela; a pesar de que la crítica, unánimemente, haya valorado la novela de una forma excepcional y el autor haya realizado un ímprobo esfuerzo por escapar de los moldes narrativos tradicionales

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