Científicos Futuristas

Los Científicos del Futuro queremos que vosotros, habitantes de nuestro pasado, recuperéis en vuestro presente toda la dispersa y denostada obra del siempre iconoclasta Juan sin Credo

sábado, 12 de febrero de 2011

Así da gusto "Como gustéis"


La butaca nihilista

Habiendo recibido un mensaje de la compañía Galo Real, desde una de las tantas redes sociales que pueblan el ciberespacio -atomizando un grado más nuestra, ya de por si, dispersa personalidad en esta época de la ultrapostmodernidad- donde se me invitaba a presenciar una obra titulada Pequeño cuento de Shakespeare, dirigida a los más pequeños de la casa, comencé una tarea de investigación para ver la validez de esa propuesta escénica.

Muchas veces el anzuelo del reclamo se queda en nada. Vapor… indiferencia…; en definitiva fracaso y tomadura de pelo al respetable. Por este motivo, consulté la rigurosa fuente de opinión de la ilustre página Atrápalo; en la cual amigos, familia, novios e hijas escriben su punto de vista, por supuesto, con un carácter puramente objetivo, sobre la obra seleccionada. Créanme, mis más fieles y únicos lectores, que a pesar de esta visión tan científica, las impresiones suelen ser acertadas.

Nuevamente me acerqué, aunque ahora con la compañía de mis más queridos, Rivimar Saavedra de las Conesas y el Príncipe de los Ángeles, Francisco I, en uno de esos pocos días gélidos que se han dado en este anodino invierno, a ese sombrío lugar que se ha erigido como lanzadera de las pequeñas compañías en sus inicios y que no reúne las condiciones mínimas para poder disfrutar de una buena sesión de teatro.

A pesar de contar con ese gran inconveniente -además de coincidir con otros cincuenta y tres espectáculos más de carácter infantil durante ese fin de semana en Madrid, posible razón para que en la sala hubiera poco más de diez personas- el montaje superó todas las expectativas. Tanto Ángela, como Miriam, Guillermo e Iván pasaron por encima de las adversidades y ofrecieron una sesión muy completa, además de lúdica y, hasta incluso, pedagógica.

Bien es cierto que la obra de Shakespeare es una mera excusa, pues sólo se respetan los nombres de Orlando y Florinda, los personajes principales, y el bosque de Arden, además la falsa ilusión de esos pintores que llegan al teatro y una supuesta espectadora de entre el público les recrimina su actitud, no es más que gruesa charlotada que no funciona ante tan escaso número de espectadores, ya que el efecto sorpersa que provoca la ilusión es mínimo.

Sin embargo, existe una apuesta dramática por la narración de una historia que comienza, se desarrolla y culmina. Estructura que, a primera vista, parece muy simple pero que suele estar desprestigiada en este universo del teatro infantil donde parece que todo vale.

Finalmente, el colorido del vestuario, la marioneta del autor y el cuidado por el tacto empleado en la búsqueda de un lenguaje asequible para dicho público hacen de este montaje no sólo un primer acercamiento a la obra del dramaturgo más universal sino un deleite por disfrutar de aquellas propuestas, en un principio arriesgadas, que compiten y se ofertan como alternativas muy válidas con el mogollón y la bullanga de, por ejemplo, Los Gormitis, el Musical y demás obras del mismo pelaje.

1 comentario:

  1. Ay Juan Sin Credo nosotras te conocimos y desde entonces todo son suspiros... eres tan tan cítrico!

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