Científicos Futuristas

Los Científicos del Futuro queremos que vosotros, habitantes de nuestro pasado, recuperéis en vuestro presente toda la dispersa y denostada obra del siempre iconoclasta Juan sin Credo

sábado, 13 de noviembre de 2010

¿ A quién incumbe el íncubo desubicado ?


LA BUTACA NIHILISTA
Posiblemente a nadie, ni siquiera al escaso público que asistió al fallido montaje de la compañía fialnadesa TEATTERI SUDENNE, aunque no por su culpa sino por los responsables de la edición del cuadernillo del avance de la programación del Centro Cutural Paco Rabal.

En primer lugar existía un error con respecto al precio de las localidades. En la página 14 de dicho cuadernillo venía reflejado un precio distinto al que se nos exigió en taquilla. Pero no acabaron ahí nuestros desvelos sino que aumentaron al darnos con la entrada un octavilla con información de las 25 semanas internacionales de Teatro para niños, en la que se detallaba una franja de edad recomendada distinta a la reflejada en el dichoso cuadernillo propiedad de la Comunidad de Madrid.

Es aquí donde quiero hacer un alto para levantar acta de mi disconformidad, puesto que existe una tremenda arbitrariedad en el empleo de estas etiquetas puestas las más de las veces al azar. Tal confusión genera una desorientación en los progenitores que se cobra con la ruptura del sosiego en los patios de butacas con los múltiples lloros y berridos de los niños, desolados por el aburrimiento y la incomprensión de una representación que no entienden por más que sus padres se empeñen en continuar aferrados al asiento. Clamo y elevo, entonces, desde mi insignificante tribuna una súplica a la Comunidad, en este caso, para que haga gala de su publicitada eficacia y se preocupe más de hacer bien las actividades de las que se ocupa.

Volviendo al asunto principal, decía que la sorpresa fue mayúscula cuando empezamos a contemplar un espectáculo basado en el simbolismo de la mímica, con un acompañamiento sonoro bastante desastroso, producto de un repiqueteo distorsionado de los graves. Para este lamentable incidente ya no vale señalar a los agentes externos a la compañía sino dar un severo tirón de orejas al técnico de sonido que arruinó una parte fundamental de la puesta en escena.

La otra parte de la misma, como se ha apuntado, se apoyó sobre los gestos de una actriz, vestida completamente de negro, que simulaba, con una máscara ovoide blanca y una gasa de seda, también blanca, el crecimiento de un nuevo ser incubado por una coccinella septempunctata, inseto vulgarmente conocido como mariquita. La apoteosis de la función se alcanzó, tras escasos veinticinco minutos de duración, en el momento en el que este ser llegaba hasta la corola de una flor de goma espuma, único elemento decorativo de la obra, que abría sus pétalos y dejaba caer una lluvia de confeti sobre el escenario.

En resumidas cuentas, una deficitaria velada teatral echada a perder por una cadena de errores que degradan el sentido de teatro infantil como cantera de futuras y fieles audiencias, unidas para compartir un sentimiento universal que les haga crecer como individuos libres.

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