Científicos Futuristas

Los Científicos del Futuro queremos que vosotros, habitantes de nuestro pasado, recuperéis en vuestro presente toda la dispersa y denostada obra del siempre iconoclasta Juan sin Credo

miércoles, 20 de octubre de 2010

De la narrativa oral en una extensión plurilingüe y transnacional



El cojín descuajaringado



Alguna que otra vez ya había comentado en mi pantalla los consejos del maestro Senabre para no escribir ninguna impresión valorativa vinculada a la obra artística de los amigos. Para estos casos, él hablaba de la sacrosanta parcialidad que se le debe de suponer al crítico literario. Evidentemente, ésta tuvo que ser la razón que esgrimió durante el verano pasado para realizar una benigna reseña en El Cultural del rotativo El Mundo, acerca de la pésima novela galardona con el último Premio Fernando Lara de su gran amigo Javier Reverte.



Llegado a esta situación, me permití, del mismo modo, el placer de comentar, previamente con su beneplácito, el espectáculo infantil de mi gran amiga la aguerrida narradora oral Zeniala Volvoreta, titulado Cuentos con Versos... o con vertidos tóxicos en rimas tónicas?



En fin narrativa o lírica, fuera el género que fuera, me presenté en el lugar de los hechos, donde meses atrás había presenciado el desagradable espectáculo de unos padres maleducados que permitieron, impunemente, a sus hijos reventar el esforzado trabajo de una individuo expuesto ante el siempre exigente público, cuanto más todavía tratándose del infantil.



Aquella mañana del primer sábado de octubre, aún el sol acariciaba madurando el dulce membrillo del ya menguado verano por san Miguel. Muchos de los tiernos infantes gozaban de sus últimos escarceos de libertad sobre la bicicleta y los columpios antes del temido y extenuante invierno. Además, afortunadamente, la dirección de la Biblioteca Luis Martín-Santos estimó no dejar abandonado a su suerte al solitario, en este caso solitaria, cuentacuentos y decidió responsabilizar a uno de sus bibliotecarios de los consejos básicos de comportamiento en un evento de estas características.



Todos estos atenuantes permitieron una excelente sesión, sólo perturbada por la mala leche que hervía en mi interior tras una reciente visita al siempre agradabilísimo dentista -luego dicen de la fama que tienen los trabajadores del Cuerpo de Maestros pero a este pobre gremio, sinceramente, no hay quién le aguante-. El caso es que llegué con antelación y por mi cuenta, sin El Príncipe de los Ángeles y Rivimar Saavedra de los Conesa, lo que me posibilitó estar leyendo, con tranquilidad, una interesante reseña del primer libro publicado en España de la escritora mexicana Sabina Berman, La mujer que buceó dentro del corazón del mundo, hasta que la buena de mi Zeniala comenzó su narración.



El ritmo inicial fue trepidante. El atrezzo estaba conformado por un par de trípodes, donde se apoyaba una tela negra con cuatro partes diferenciadas, en forma de sobres, que contenían las figuras protagonistas de sus cuentos. El personaje principal, Ninttendo Mittsubishi, es un pez que crece a medida de los cuentos contados por Zeniala. Destaca el clásico Conejito Blanco, cuya antagonista, la Cabra Cabresa, termina sojuzgada gracias a la inestimable amistad del Conejito con la Hormiga.


Ninttendo crecía y crecía mientras que los niños y padres entonaban juntos el Luna, luna, luna, luna, luna sol en todas las lenguas romances habladas en la Península. En el tramo final se vislumbró la falta de rodaje y, por ende, el cansancio tanto de los niños como de mi Zeniala, impidiendo que una perfecta armonía reinara en la sesión, quizá reservada para la siguiente del 3 de diciembre a la 18:00 en la Biblioteca de Carabanchel, Luis Rosales. Hasta entonces espero que mi Zeniala no me retire la palabra y me siga contando cuentos y más cuentos.
(La olímpica Zeniala hecha un círculo)

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