Científicos Futuristas

Los Científicos del Futuro queremos que vosotros, habitantes de nuestro pasado, recuperéis en vuestro presente toda la dispersa y denostada obra del siempre iconoclasta Juan sin Credo

sábado, 7 de abril de 2012

Anibal vencedor. Goya

La De(x)posición permanente

Ahí le veis, mis más fieles y únicos lectores, majestuoso, con la mirada adusta, severa, imposibilitado emocionalmente para asimilar la enorme proeza bélica de su gesta heroica a las puertas de Roma. Inexplicablemente un error estratégico le privó, in extremis, de los laureles de la victoria.

¿Qué vuelco habría dado el rumbo de la Historia si Aníbal hubiese sitiado la Ciudad Eterna, obligándola a claudicar bajo su yugo? ¿Qué hubiese ocurrido con la trayectoria pictórica de Goya si llega a ganar la medalla de oro, otorgada a los participantes en el concurso de la Academia de Bellas Artes de Parma del año 1771 -institución prestigiosa bajo el patrocinio del duque Filippo di Borbone, sobrino de Carlos III- que fue finalmente concedida al italiano Paolo Borroni, discípulo de Bossi?

Probablemente nada sería igual a como se ha marcado en el vetusto cuentakilómetros de la Historia. Las bifurcaciones de los posibles sucesos se diluyen en las hipótesis de estos meandros insospechados que serpentean en la mente privilegiada de los eruditos. Con la victoria de Cartago, la idea de la Europa actual no tendría sentido y con el premio de Parma, Goya, que tan solo contaba con 25 años, habría terminado siendo un artista engreído, incapaz de convertirse en el genio que plasmó brillantemente en sus lienzos la sociedad final del Antiguo Régimen.

Parece ser que, según Jesús Urrea, el responsable de la identificación del cuadro allá por 1993, el cuadro solo recibió seis votos y una mención a causa, seguramente, de una efusiva carga simbólica, tanto en la alegoría del río Po, en su habitual iconografía propuesta por Cesare Ripa, como en el genio de majestuosas alas, que se presenta en una actitud teatral. No obstante, el esfuerzo compositivo es admirable, pudiéndose comprobar en la precisión clasicista de la anatomía de los personajes y en el tratamiento lumínico, que aporta una excelente armonía y un apunte técnico de primer orden para comprender con mayor exactitud su desarrollo como pintor en obras posteriores.

En definitiva, los admiradores de Goya estamos de enhorabuena porque durante seis años se va a poder contemplar en la Sala 35 esta obra primeriza, gracias a la cesión temporal de la Fundación Selgas-Fagalde, que completará la extraordinaria colección del autor existente en el Museo del Prado.

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