Científicos Futuristas

Los Científicos del Futuro queremos que vosotros, habitantes de nuestro pasado, recuperéis en vuestro presente toda la dispersa y denostada obra del siempre iconoclasta Juan sin Credo

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Ni dios, ni amo y, por supuesto, sin Credo


Con motivo del centenario de la C.N.T. nuestro siempre iconoclasta Juan sin Credo ha elaborado un pequeño texto que sirve de homenaje a todos aquellos libertarios que han construido una corriente de pensamiento alternativa ante esta sociedad actual que se desmorona por injusta e insostenible.

Podría escribir sobre arqueología política y ponderar, nuevamente, la repercusión de la Revolución española en el ideario anarquista universal. No obstante, me parece que éste es un asunto más propio de los historiadores. Con respecto a este tema se puede consultar el imprescindible estudio, de reciente publicación, llevado a término por la doctora en Historia Contemporánea Dolors Marín, con el título de Anarquistas: un siglo de movimiento libertario en España.

De la misma manera, también tendría que caer en el oportunismo para crear un estéril debate sobre la validez de las tesis pertencientes a una Central Sindical que aglutinó en su momento de mayor apogeo, a finales de 1931, unas 800.000 almas. Únicamente me interesa rescatar, a modo de dardo envenenado para aquellos que se sientan aludidos, unas palabras de Carlos Taibo, recogidas en el epílogo de su antología Libertari@s, en donde dice: “hay que rehuir de todo aquello que acarree la delegación en otros de las decisiones que nos afectan. En este sentido habría que recordar el efecto nefasto que la profesionalización de la política, tantas veces plasmada en la figura de los liberados, ha tenido con el paso del tiempo”. Ahí queda tirado el guante para quien quiera recogerlo.

Se hace evidente que desde cualquier ámbito desde el que se trate, la utopía anarquista necesita de un compromiso enérgico y combativo, principalmente, de uno consigo mismo, para poderse convertir en una posibilidad real de alternativa al sistema. Cuanto menos, esta valiente y noble actitud, de perseverar, prospera y acaba transfromando al ácrata en un ser con una hechura moral diferente a la de otros, más irresponsables o conformistas.

Siendo pues el campo de estudio tan inabarcable, ciertamente prefiero dedicarme a esparcir unas breves ideas para evitar atascarme en el complejo fárrago de una teorización ineficaz. Quizás estás minúsculas semillas aporten un pequeño soplo de confianza para que el movimiento libertario deje de estar invisibilizado y se consolide como una propuesta legítima ante el agotamiento del capitalismo. Sistema que cada vez ahonda más en las desigualdades entre las clases sociales y destruye, cada vez a pasos más agigantados, la vida del planeta.

Y donde digo mis ideas, amplifico mi insignificante voz con la de los grandes pensadores como Noam Chomsky, Cornelius Castoriadis, John Zerzan o Murray Bookchin. Gracias a su estudio contumaz sobre la cuestión se puede decir, entre otras muchas aseveraciones, que el anarquismo reivindica el peso del apoyo mutuo y de la solidaridad frente a la malsana competitividad que nos arrasa desde todos los ámbitos. Incluso que se opone a la dominación del hombre por el hombre, concepto denominado domesticación.

Otra de las ideas clave que se pueden ofrecer con una certera validez, habita dentro del término llamado municipalización. Éste se refiere a construir la sociedad en su conjunto desde la base del asociacionismo. El municipalismo libertario debe, primero, resucitar y después extender la democracia directa local, de tal forma que los ciudadanos adoptemos decisiones que afecten a todas aquellas comunidades en las que participamos.

En definitiva, como ya se ha comentado, la revolución social tiene que venir dada por una gran exigencia de la propia clase trabajadora a sí misma. Tal esfuerzo valdrá como estímulo para abandonar la situación de dependencia e ignorancia que abrirá nuevas vía validas de acceso a la construcción de un mundo nuevo. Para finalizar, se puede concluir en que el momento actual es francamente regresivo, porque frustra la emancipación del individuo al encontrarse con unos cauces de participación tan regularizados e institucionalizados. De ahí la necesidad de una democracia directa, una tecnología humanista y una sociedad descentralizada.

1 comentario:

  1. En efecto, mi querido Jesús. Cualquier tipo de cambio social, principia por ser un cambio individual. Esto es básico. De salvapatrias está la historia llena. salud. Ángel

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