Científicos Futuristas

Los Científicos del Futuro queremos que vosotros, habitantes de nuestro pasado, recuperéis en vuestro presente toda la dispersa y denostada obra del siempre iconoclasta Juan sin Credo

viernes, 17 de diciembre de 2010

Sinfonía de pañuelos


LA BUTACA NIHILISTA

Tras las desgarradoras lágrimas que vertió la aguerrida Zeniala durante la contemplación de Incendies en las Naves del Matadero en el mes de septiembre, no nos quisimos perder una de las primerizas obras del autor canadiense de origen libanés Wajdi Mouawad, Littoral. El espectáculo cerraba el ciclo programado por el CDN titulado Una mirada al mundo, que desde principios de octubre se ha encargado de poner en escena las dramaturgias del bielorruso Pankov, el noruego Kompani, el alemán Ostermeier y el belga Cassiers, amén del citado Mouawad.

La historia perfila varios de los asuntos que con tanta maestría se tratarán en Incendies. Aquí encontramos, otra vez, los ecos del mestizaje, del dolor y la crudeza de la guerra, o de las grandes tragedias clásicas, como así sucede con el cadáver del padre por el que se suplica para que pueda ser enterrado en la tierra que le vio nacer. En fin una tragedia que conmueve pero que no está tan bien construida como la posterior Incendies. Al final el sopor se apodera del espectador atrapándole entre las costuras de la butaca, inquietud también provocada por el galimatías de tener que franquear la versión original en francés con los escuetos sobretítulos.

Sin embargo, el montaje es de nuevo excepcional. Me fascina la capacidad de simultanear distintas secuencias de acción actoral en el escenario, dentro de un mismo instante, sello propio del autor. Además, en esta ocasión, también se repite el baño de pintura. En cambio lo más impactante se encuentra en el derribo del panel principal, con un gran estruendo, para crear un diferente espacio escénico, marcado con una difusa y tenue iluminación. Richard Thériault vuelve a ser mi actor preferido, el albacea de Incendies, que representa aquí a ese padre muerto sin tumba. De la misma manera, me agrada el papel interpretado por Jean Albert sobre El caballero Guiromelán, alter ego del protagonista Wilfrid, Emmanuel Schwartz, que simboliza la perdida de la inocencia y el abandono de la fantasía propia de la niñez.

En definitiva, visto Incendies, esta obra nos pareció el material de ensamblaje que otorga a la primera la categoría de una de las mejores obras de teatro del panorama internacional de la última década.

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