Científicos Futuristas

Los Científicos del Futuro queremos que vosotros, habitantes de nuestro pasado, recuperéis en vuestro presente toda la dispersa y denostada obra del siempre iconoclasta Juan sin Credo

viernes, 3 de diciembre de 2010

El alquimista impaciente


La reseña con saña


Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído la novela galardonada con el Premio Nadal del año 2000, El alquimista impaciente, perteneciente a Lorenzo Silva, publicada por la editorial Destino, dentro de la colección Delfín y Áncora, en febrero de ese mismo año.

Parece que el narrador está en primera persona y no es otro sino el anodino guardia civil Rubén Belivacqua.

Parece que el contexto histórico se enmarca en la misma contemporaneidad de la fecha de publicación de la obra. Se citan con frecuencia las nuevas tecnologías como el teléfono móvil y la paulatina informatización de los archivos policiales.

Parece que el tiempo interno de la narración se centra desde los primeros de abril, tras la aparición del primer cadáver que desencadena la investigación, hasta las primeras noches de octubre cuando, finalmente, el caso se resuelve.

Parece que el lugar del crimen se ubica en la comarca de la Alcarria, aunque también aparecen otras ciudades como Madrid o la Costa del Sol. También se puede señalar la presencia del espacio de la Central Nuclear en el desarrollo de los acontecimientos.

Parece que los personajes más importantes son la pareja de la Guardia Civil que se encarga de resolver el asesinato del ambicioso Trinidad Soler, el citado Belivacqua y su acompañante Virginia Chamorro. También son importantes los caciques de la zona, enfrentados entre sí por acaparar las subcontratas de los servicios en los alrededores, León Zaldívar y Críspulo Ochaíta.

Dicen que a Juan sin Credo la lectura de esta novela le ha parecido entretenida, en cuanto a que el género policiaco es aquel que más le divierte. Sin embargo, la intriga de los sucesos no le resulta nada convincente, ya que le parece de lo más obvia, sin ningún tipo de atractivo literario. Mucho peor le ha resultado la figura del investigador, puesto que no aporta ni un mínimo de los rasgos esenciales que puedan resaltar su personalidad y le acerquen, siquiera, a los estereotipos singulares que pueblan este subgénero narrativo tan prolífico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario