Científicos Futuristas

Los Científicos del Futuro queremos que vosotros, habitantes de nuestro pasado, recuperéis en vuestro presente toda la dispersa y denostada obra del siempre iconoclasta Juan sin Credo

domingo, 12 de febrero de 2012

Con la Iglesia hemos "tocado"


Hacía tiempo que no me cruzaba con mi antiguo vecino y paisano Óscar von Piten, un aguerrido ateo que ha formulado en varias ocasiones su petición de apostasía sin haber obtenido respuesta alguna.

-Últimamente he estado un poco pachucho, como si quisiera llevarse mi alma el mismísimo diablo- me contestó socarrón mientras le colocaba a su hijo el bañador en el vestuario de la piscina municipal del Payaso Fofó.

Una vez que nuestros tiernos infantes hubieron comenzado su actividad nos sentamos en una de las sillas del enorme hall para tomarnos un desnaturalizado café de máquina expendedora y von Piten comenzó su perorata

-Tú te crees con lo que nos vienen ahora Juansin- me dijo afectuoso, enseñándome una noticia de esos periodicuchos gratuitos -Un colegio público que no pone carne los viernes durante la Cuaresma. ¡Vaya tontería, parece que eso fuera lo más importante!- bramó jocoso con aspavientos

-Mira, te voy a contar una historia de chiste para que te rías un poco- me susurro al oído, casi como un secreto, para dar un mayor énfasis a la narración de los hechos que estaban a punto de comenzar.

-Sabes del nuevo colegio concertado ultracatólico, El Stella Maris, que han inaugurado en el Ensache de Vallecas, perteneciente a los Discípulos de los Corazones de Jesús y María, que comenzaron su andadura en el año 1987. Esos cuervos están extendidos en tres naciones: España, con sedes en Cuenca, Madrid y Córdoba, Italia, con sede en Roma, y Estados Unidos con sede en Denver. Pues parece que este Centro cuenta con una concesión gratuita durante 75 años por parte de la Comunidad de Madrid, en una parcela de 20.000 m2, es decir, equivalente al menos a las dimensiones de dos campos de fútbol…-

-¿Pero hasta dónde quieres llegar?– le corté inquieto ante el cariz de ladrillo que tomaba la conversación

-Tranquilo sin Credo, siempre tan ansioso por saber– me dirigió la voz con un tono de reproche- En fin, resulta que el otro día me encontraba en casa bastante aburrido por la convalecencia de mi enfermedad y me acerqué a pedir información al Colegio para pasar un buen rato. Allí me recibió un joven muy amable, con cierta afectación en sus maneras, que me habló del ideario del Centro. Me comentó la cuantía de la cuota voluntaria de 170 euros mensuales, sin contar el comedor, el material y las extraescolares. También se refirió a los “profesores nativos” y a la ausencia de la coeducación en las aulas.
Una vez llegado a este punto, estallé y le solté a bocajarro si le parecía correcto que del dinero público se beneficiase un Centro que no aboga por la igualdad de sexos y si la razón de esa segregación era para poder tener a los niños separados y así facilitar la pederastia dentro de la Iglesia, seña de identidad de muchos sacerdotes durante los últimos tiempos. El jovencito se incendió de ira, viéndose descubierto, y me rogó que me marchase inmediatamente porque de lo contrario llamaría a la policía…-

Aquí se acabó el monologo de Óscar von Piten, justo en el momento que miré el reloj, puesto que ya marcaba la hora de recoger a los niños. Entramos en el vestuario y su hijo ya había llegado, antes que los demás, y se había despojado del bañador para meterse en la ducha.

-¿Menos mal que aquí no dejan entrar a los curas?- Me empujó, buscando mi complicidad, prorrumpiendo una estentórea carcajada.


















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