Solo cien palabras
Críticas para el smartphone
Sigue sorprendiendo la fecundidad
narrativa de Pinilla proyectada sobre la geografía mítica de su Getxo. Allí, el
librero metido a detective Samuel Esparta continuará descubriendo los
caracteres más genuinos de la sociedad vasca de mediados de los cuarenta,
herida en su orgullo de pueblo sometido.
Por encima de este argumento
convencional de un pueblo oprimido por las garras de un totalitarismo
represivo, destaca una original técnica constructiva del relato. Los hechos
narrados se ofrecen al lector mediante la inmediatez en la que ocurren los
sucesos. Por tanto, el rasgo de autenticidad se convierte en el punto cenital
de la novela.
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