CNTC. Temporada 2011-12

El programa de mano radical

Circula un rumor uniformemente acelerado sobre la adquisición del abono de la CNTC por parte de Juan sin Credo para la temporada 2011-2012, última campaña como director de Eduardo Vasco, que abandonará el cargo al cierre de la misma para pasar a manos de Helena Pimienta, experimentada dramaturga tras varios años al frente de la Compañía Ur, que cobró fama por los acertados montajes de las obras de Shakespeare, como con Romeo y Julieta o El sueño de una noche de verano.

Se oye comentar a la gente del lugar que el primer pase será para la comedia de Lope, El perro del Hortelano, versión estrenada en el corral de Almagro durante el verano del 2011, donde destaca la actuación soberbia de Eva Rufo en el papel de la condesa de Belflor, la caprichosa Diana.

Murmuran los eruditos que la siguiente función en cartel, del 12 de enero al 18 de marzo, corresponde a la comedia de Calderón En esta vida, todo es verdad y todo mentira, versionada y dirigida para la ocasión por el próximo director del CDN, Ernesto Caballero. Dicha obra se representó por primera vez en 1650 y sus temas principales versan sobre el amor, la razón de estado, la legitimidad y el odio.

Según las habladurías del mentidero el tercer envite correrá a cargo de la compañía Nao d´amores, por la que Juan sin Credo siente gran admiración tras las sucesivas contemplaciones de esas minuciosas miniaturas escénicas del medievo como La Dança de la muerte o El Auto de los Reyes Magos. En esta ocasión, su directora, Ana Zamora, se sumerge en el Renacimiento y rescatará Las Farsas y Églogas del salmantino Lucas Fernández, considerado como uno de los padres del teatro español junto a Juan del Encina, desde el 23 de marzo al 22 de abril del 2012.

Dicen que, por último, Juan sin Credo asistirá a la reposición de uno de los mayores éxitos de la temporada anterior, Entremeses barrocos, (1-27 mayo 2012) en cuyo elenco se distinguen actores como Daniel Albadalejo o Mamen Camacho. Magistral composición la de estas breves piezas que culminan con la puesta en escena de El Toreador de Calderón, protagonizada por una de las figuras más singulares de esta etapa, Juan Rana.

Se sospecha que esta faena final hará flamear de pañuelos blancos el patio de butacas para otorgar el máximo trofeo a la excelente labor de Eduardo Vasco, que deja como legado la creación de la Joven Compañía, con el objetivo principal de la formación de promesas, y una concepción de un teatro desnudo en el que predomina el juego escénico de cada uno de los actores participantes, como sucedió con el montaje de la Estrella de Sevilla de Andrés Claramonte, en el 2009.